Paranaländer nos presenta la selección de sus libros póstumos preferidos.
Por: Paranaländer
Partiendo de una intuición, que los mejores libros de la humanidad acaso procedan en su gran mayoría de los de edición póstuma (como si fueran libros demasiado escandalosos para el tiempo de donde surgieron, funcionarán entonces como enjuiciadores despiadados de su era, solo asimilables sub specie eternitatis, ese tiempo del lector auténtico) va una lista improvisada de mi preferencia exclusiva.
Consolación de la filosofía, Boecio
En las alturas, Thomas Bernhard, rechazado dos veces en vida, fue editado en febrero de 1989, dos semanas después de muerto el autor austríaco.
Mis venenos, Sainte-Beuve, venenos del último de los delicados.
Todo estaba sucio, Raúl Barón Biza
Poemas, Kabir, poeta-sabio oral, sus discípulos los llevaron a las letras.
La conjura de los necios, John Kennedy Toole, su madre le dio a leer -una copia a papel carbón apenas legible- al profesor Percy, que quedó fascinado y lo editó y luego ganó el Pulitzer.
La eternidad por los astros, Blanqui, “Aunque no he leído íntegramente la obra‚ creo que el escrito indicado es L’eternité par les astres‚ un poema en prosa” (Bioy)
Folisofía, Murena
Todo Sigismund Krzyzanowski, escondidos en el corpiño de su esposa Anna Bovchek (Arbat 44, apartamento 5) durante el comunismo anti-literario, editados en 1989.
Chevengur, Platonov, escrita en 1928-1929 y recién en 1988 vio la luz.
Zibaldone, Leopardi
Aforismos, Lichtenberg,«Le gustaba ver a las polillas volar hacia la luz y luchar con la muerte. Entonces decía: «Apura tu amargo cáliz, alado animalito, un profesor te contempla y se compadece»»
4.48 Psicosis, Sarah Kane
Memorias de Ultratumba, Chauteabriand, libro póstumo ab origine, por sus calumnias.
Pensamientos, ensayos, máximas y correspondencia, Joubert
Borges, Bioy Casares
Poesías, Emily Dickinson, montaña de hojas de papel sin numerar vuelto libro.
Pensamientos, Pascal, “Burlarse de la filosofía es verdaderamente filosofar”.
La Flor, Dante, editado en el siglo 19 aún su paternidad no es unánime, ¡cómo el padre de la lengua italiana pudo dedicar tal cantidad de sonetos a la concha!
Diario íntimo, Amiel, onanismo rabioso de 16.900 páginas, diario que Amiel legó a Fanny Mercier, institutriz y amiga del final de su vida a quien apodaba “su viuda.
Diarios y Cuadernos de notas, Soren Kierkegaard, “Mi vida no es más que una existencia-de-poeta. ¿Puede pensarse algo más desdichado?”
Microgramas, Robert Walser, encontrados en una caja de zapatos
El libro del desasosiego, Pessoa, encontrados en una valija.
Cahiers, Cioran, la viuda editó estos cuadernos engavetados en los años 70.
El porvenir es largo, Althusser
Meditaciones, Marco Aurelio, uno de los póstumos más admirados, por Montesquieu, Renan, Gibbon, Stuart Mill. Taine dijo: “Marco Aurelio era el alma más noble que haya existido”.
Tratado de la Imbecilidad del país por el Sistema de Herbert Spencer, Herrera y Reissig
Las veladas de San Petersburgo, Joseph de Maistre, oh las veladas de un papista empobrecido en la fría Rusia zarista.