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sábado, noviembre 23, 2024

Taller de encuentros sobre poesía argentina de los 90 en octubre

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Derian Passaglia dará en octubre un taller de poesía argentina de los noventa. Se tratará la obra de Fabián Casas, Daniel Durand, Laura Wittner, entre otros. Al ser encuentros virtuales se podrá seguir desde Paraguay. Para más información, pueden a escribir a: Viel.casadepoesia@gmail.com

*

Por: Derian Passaglia

En octubre voy a dar un taller de cuatro encuentros sobre poesía argentina de los noventa. Así, con ese nombre puesto por un crítico, “poesía de los noventa”, es como se conoce a una de las sensibilidades más revolucionarias de la literatura latinoamericana de los últimos treinta años. Y se la llamó así porque comprende una serie de poetas, libros, lecturas y gustos compartidos alrededor de una determinada comunidad. Tenían entre veinte y treinta años y habían llegado a la poesía con la fuerza disruptiva, la inocencia y el ímpetu de destrucción y novedad que solo puede dar la juventud; habían llegado para arrancar de raíz la solemnidad, el vejestorio, la retórica muchas veces pesada, hartante, exclusiva, que entiende el lugar común por poesía. Su influencia hasta el día de hoy es incalculable, despierta amores y odios como Diego Armando Maradona, es difícil de asimilar, produce un shock.

Lo que más me interesa de la poesía argentina de los noventa es la actitud, la manera de plantarse ante la literatura, la forma desprejuiciada y libre de relacionarse con las palabras. Los poetas de la década de los noventa no escriben como si estuvieran sentados en un escritorio, con una pluma de tinta china, en cuadernos de hojas mate. En todos ellos hay una urgencia por aproximar la vida a la poesía, de no establecer diferencias entre una cosa y otra, de escribir como si se estuviera hablando o respirando. El espíritu de las primeras vanguardias del siglo XX toma posesión del cuerpo de estos poetas. Se trata de un corte radical con todo lo que se venía escribiendo hasta ese momento, pero también de la apropiación y el rescate de viejos poetas de los setenta vaciados de política, de una oralidad que está más cercana a la fonética del habla común que a la construcción coloquialista y sentimental de los poetas del sesenta. La política no está ausente, va a llegar después a la poesía, a finales de la década, en forma de recesión menemista, convertibilidad, pobreza y lujo, indistinción entre alta y baja cultura.

¿Tiene sentido listar los recursos que utilizan, las herramientas de las que se valen, los poetas que aman y que desprecian, la forma en que un verso se aproxima a la realidad de una manera directa, casi como si no hubiera mediaciones entre la realidad y lo real que se representa en la escritura? Todo eso y muchas cosas más vamos a ver en el taller. Amo que estoy escribiendo esto como si fuera una publinota, como dirían en Twitter, y quizá lo sea. Siempre quise escribir una publinota porque se trata de persuadir al lector para que realice determinados actos o piense de determinada manera. Como nunca escribo tratando de convencer, los invito mejor a que se anoten a este taller que va a estar buenísimo.

Hay discusión alrededor de la frase poesía de los noventa, porque en realidad en los noventa se escribieron muchas cosas y hubo infinidad de poetas influenciados por distintas estéticas, que tuvieron experiencias distintas, que no pertenecieron a tal o cual grupo, que venían escribiendo desde mucho tiempo antes y sin embargo publicaron libros en esa década, entonces, algunos amigos y amigas se enojan cuando dejo afuera del taller justo el poeta o la poeta que les gustaba. Otros dicen que la poesía de los noventa es un movimiento. Para mí no, la poesía de los noventa es una sensibilidad, una forma de sentir el mundo, que está dada por un lugar y por un tiempo determinado que les tocó vivir a estos poetas, y que ese sentimiento se puede leer, y al leerlo podemos sentirlo, y al sentirlo podemos experimentarlo cuando leemos poesía de los noventa. El tiempo de esta poesía está dada, como dice Sergio Raimondi en la Nota a la segunda edición de esa obra maestra mundial que es Poesía civil, por una nueva fase del capitalismo; el lugar, los márgenes culturales en barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Conurbano y pueblos alejados de provincia. Estas referencias pueden funcionar como marco, pero también como una forma de volver una experiencia real a la lectura de la poesía de una época. Acá, una muestra de algunos poemas que vamos a leer y analizar:

  1. POSTALES DE LA ZANJA (UNO)

Juan Desiderio

Un viejo de sotana agujereada

sentado en la vereda de la fábrica

de botellas sopladas

tira cáscaras de mandarina

al agua de la zanja.

Pero el cura ciruja ése

pasaba las noches leyendo

el Apocalipsis y por las

mañanas a todo el que

pasaba

señalaba

vó te quedá

vó te vá al cielo

vó te quedá.

De noche

un cura sucio

de sotana rota

come mandarina

y tira la cáscara a la zanja.

La zanja se lleva un color

y pudre los zapatos de dios.

*

BELLEZA ME CANSO Y TE BARDEO

Daniel Durand

Estas casas de madera estuvieron afuera, en el mar toda la noche.

Los montes quebrando las ideas de la oscuridad,

Las colinas creciendo en su insondable tumulto,

Vientos surcando el campo bajo la ventana,

Debatiéndose negros,

Hasta que llegó el día, las colinas tuvieron nuevos lugares,

Y el viento empujó los rayos del sol,

Luminosidad negra y esmeralda,

Flexible como la lente de un ojo defectuoso.

Escuchando las piedras rodar detrás del horizonte:

poesía inglesa es todo esto

mierda

basura quieta

pureza inmóvil

y qué?

No hay nada detrás de la belleza

No hay nada detrás de la poesía

inglesa

Can can! cancancan! can! kan can!

la leche que da la vaca

que se la tome el lechero

nosotro tomamo vino

tomamo vino resero

cancancan! can can cancan! Kan Kan!

can Kan can Kan!

*

PASO A NIVEL EN CHACARITA

Fabián Casas

Los chicos ponen monedas en las vías,

miran pasar el tren que lleva gente

hacia algún lado.

Entonces corren y sacan las monedas

alisadas por las ruedas y el acero;

se ríen, ponen más

sobre las mismas vías

y esperan el paso del próximo tren.

Bueno, eso es todo.

*

FÁBULA DEL GRAN DANÉS

Laura Wittner

Yo dije por decir: me gustaría

tener un gran danés, porque en la calle

qué regios quedaríamos.

Él a mi lado, un novio principesco,

y yo despreocupada, conversándole.

Y se me respondió: qué estupidez,

qué proyecto imposible.

¿Quién puede mantener un gran danés?

Es grande, caro, tonto, blablablá.

Alguien que así se expresa, pensé yo,

no te conviene. No sabe interpretar

tus devaneos. Baja el puño

sobre la fantasía salvadora.

Alejate de él. Y me alejé.

*

QUÉ ES EL MAR

Sergio Raimondi

El barrido de una red de arrastre a lo largo del lecho,

mallas de apertura máxima, en el tanque setecientos mil

litros de gas-oil, en la bodega bolsas de papa y cebolla,

jornada de treinta y cinco horas, sueño de cuatro, café,

acuerdos pactados en oficinas de Bruselas, crecimiento

del calamar illex en relación a la temperatura del agua

y las firmas de aprobación de la Corte Suprema, circuito

de canales de acero inoxidable por donde el pescado cae,

abadejo, hubbsi, transferencias de permiso amparadas

por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca; ahí:

atraviesa el fresquero la línea imaginaria del paralelo, va

tras una mancha en la pantalla del equipo de detección,

ignorante el cardumen de la noción de millas o charteo,

de las estadísticas irreales del INIDEP o el desfasaje

entre jornal y costo de vida desde el año mil novecientos

noventa y dos, filet de merluza de cola, SOMU y pez rata,

cartas de crédito adulteradas, lámparas y asiático pabellón,

irrupción de brotes de aftosa en rodeos británicos, hoki,

retorno a lo más hondo de toneladas de pota muerta

ante la aparición de langostino (valor cinco veces mayor),

infraestructura de almacenamiento y frío, caladero, eso.

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