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viernes, noviembre 22, 2024

El nacimiento de un mito

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Derian Passaglia comparte algunos poemas del escritor argentino Fernando Callero y comenta su obra, luego de su reciente fallecimiento: «… era uno de los mejores poetas litoraleños de la actualidad, y lo va a seguir siendo ahora eternamente».

*

Por: Derian Passaglia

Murió el poeta Fernando Callero. Nació en Concordia y vivía en Santo Tomé. En 2014 sufrió un accidente. Volvía a su casa en bici por una calle oscura y cayó en un pozo que no tenía ninguna señalización. Se rompió dos vértebras, la C6C7, que también es uno de sus últimos libros de crónicas. Pasó horas en ese lugar oscuro esperando ayuda, inmóvil. Cuando los agentes llegaron, cuenta una de las tantas semblanzas que se multiplicaron la semana pasada, dijeron:

-Qué horror, esto podría haberle pasado a un niño.

Fernando Callero respondió:

-Yo soy un niño.

No dudo de la veracidad de la anécdota aunque me haga ruido la expresión de horror y la palabra niño en bocas de agentes. Sirve como nacimiento de un mito que no puede más que multiplicarse, reproducirse de infinidades de formas (quizá cambiar alguna que otra palabra acá y allá, agregar detalles) hasta el punto de ser inseparable de cómo se leerá su obra. En la contratapa de Al rayo del sol, Mariano Blatt dice: “¿Cómo escribir un texto de contratapa para un libro de poesía que en realidad debería ser el texto de contratapa para un best-seller? Entre 1999 y 2013, Fernando Callero produjo una de las obras poéticas más brillantes y significativas de su época”. Y también dice: “Si acaso hay una idea, una enseñanza, una verdad sobre la poesía en estas páginas, es que el poeta debe usar los recursos que lo rodean -lengua, ambiente, clima, paisaje, imágenes, luz, amistades, amor, flash, delirio, obsesiones, animales, etc-”.

El primer poema que leí de Fernando Callero hablaba de una situación en la que me sentí plenamente identificado. La identificación en la literatura siempre es todo un tema. En el poema, el poeta va a un bar, que imagino de viejos, y se pone a tomar cerveza. Tiene que ir a mear a cada rato. Entonces, un tipo que estaba en la mesa de al lado, que lo veía ir y venir del baño, le dice a Callero, o al sujeto que enuncia en el poema, que tiene una vejiga hiperactiva, y que eso era todo psicológico: no tenía tantas ganas de mear, sino que le daba culpa todo lo que tomaba y por eso necesitaba ir al baño cada dos segundos. Veo el lugar, lo puedo sentir. La escena que instala el poema es íntima y sobrenatural, dos características que Callero comparte con Blatt, otra de las enseñanzas que nos dejó. Un parroquiano, un lugareño también borracho y solo como uno, que cuando habla suelta un vaho etílico que tumba, reconoce los problemas que aquejan al poeta y propone una solución psicológica. Fernando Callero era uno de los mejores poetas litoraleños de la actualidad, y lo va a seguir siendo ahora eternamente. Tres poemas:

MEO

Invierno del 99. Tipo seis de la tarde. Mucho frío en Santa Fe.

Espero a una amiga en un bar del centro tomando Heinekens.

Hace poco que instalaron la franquicia en el país.

Voy al baño cada diez minutos, no puedo parar de mear.

Yo casi que no me doy cuenta. Pienso que es por el frío

que chupé en la calle. Frío húmedo. Santafesino.

Un tipo que toma solo en una mesa me dice en voz alta:

amigo, usted tiene vejiga hiperactiva. Cómo es eso.

Con todo respeto, señor, es que lo vi ir y venir y seguido del baño… (sí),

a mí ya me lo detectaron y lo pude combatir.

Es todo psicológico.

A ver, doy pie. Empino el vaso y me vuelvo a servir.

Ya me estoy meando de nuevo.

Que es muy probable que usted se sienta culpable

por todo lo que chupa y por eso

va y mea a cada rato.

Tiene razón.

Para sacárselo de encima.

Es verdad.

En cierta forma.

Ok.

Llega mi amiga.

Fin.

Próximo acto. Vivo en Ibiza. Fumo heroína en un establo puro. Después

traen un espejo roto lleno de rayas de keta, Hiunday y falopa. Tomo falopa

Tomo Hiunday. Tomo keta.

Bailamos la música que sale del capot de un auto.

Meo.

Quedo transido en un muro.

Meo.

Vuelvo al muro vomitado.

Meo.

Panza arriba en el muro.

Meo.

Meo.

Meo.

Todos meamos el mismo costado

de la casa

Esta destrucción esta

acogida gratis tiene un nombre

se llama La griega

Y donde más corre el mejunje de orín

el costado de la casa que se dio tan popular

a la residua del grupo

no va que justo donde entierro la plata

doscientos euros o más

en monedas

de a céntimo y algunos

canutos

de papel

de arroz

en una bolsa del súper

My treasure.

*

PROTEÍNA

Una telaraña fina y blanca

suelda los racimos en un haz

de moléculas.

Uvas apretadas de sustancia

contra el aire celeste

y el parral.

Su memoria

sin calor,

un orden fresco.

Tape ras que se repite

hasta formar el hall del fondo

de la casa de mi abuela.

Poliedro enclenque,

tetillas dulces

y semillas que bostezan escondidas.

Una telaraña muy fina y blanca

suelda los racimos en un haz.

Uvas apretadas de sustancia

contra el aire, y su memoria:

un hall celeste.

Tape ras

de las cabezas

se repite hasta formar

tinglados de oro.

Semillas

escondidas

en el centro

de la pulpa

de una fruta

inteligente.

Una telaraña fina y blanca

suelda los racimos.

Fibra nueva seca

inteligente,

repetición de ese orden

hasta formar un grumo

tape, donde ya

no entra mi abuela

ras inútil,

secuela de un mundo

perfecto.

Tomo un mate dulce de parado

semblanteando el patio.

Mi viejo se deshace atrás de un pucho.

De la churrasquera

sube un humo nuevo,

carga su promesa

hasta dios.

El cielo de los hombres

debe ser una campana

de grasa vieja firme y otra

menos densa, su

perfume.

*

LLEGÓ Y SE INSTALÓ LA GRAN CALOR

Llegó y se instaló la gran calor

y estoy feliz por eso.

El cielo, las radios, los chicos en cuero

yendo en bici a la pileta del club suboficiales,

yo también voy.

Todo el panorama reseteado.

Las mortajas del invierno sepultadas

hasta junio en el armario.

Descarga, viejos archivos comprimidos.

Otros recién abiertos, flamantes:

mi vida.

Voy a poner un mar de fondo de pantalla.

O mejor, le voy a sacar una foto al cielo,

que es una losa celeste, sin motas

y la voy a cargar en la compu

para poder verlo todo el tiempo.

Incluso de noche.

Incluso desde un interior.

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