Paranaländer reflexiona sobre la figura del «trickster» o «pícaro divino», una figura mitológica que aparece en casi todas las culturas, es a la vez bueno y malo y tiene un rol de mediador entre el hombre y la divinidad.
Por: Paranaländer
Cuando leo un libro lo principal es subrayarlo, marcarlo, hacer la pantomima de que me lo incorporo casi materialmente, libro leído es libro subrayado, aunque la gente quede estupefacta ante tal ritual tan destructivo o punkie. Benjamin, dicen, iba más lejos aún, copiaba el texto que iba leyendo, lo convertía a su grafía, al ritmo de su lectura, a su estilo. Leyendo “El gateo de los nuestros. Narrativa erótica indígena del Gran Chaco”, Ediciones del sol, 1992, que reúne textos recopilados por Miguel Chase Sardi (entre los nivaclé), Alejandra Siffredi (entre los chorote de Salta) y Edgardo Cordeu (entre los chamacoco), centré mis subrayados en la sección “El ciclo de Cufalh”. Este Cufalh me da la sospecha que es un auténtico trickster entre los nivaclé.
¿Qué es un trickster? Revisando el maravilloso “Diccionario de las religiones” de Eliade/Couliano les dejo su perfil más que una definición.
Hay muchos ejemplos de trickster, por ej., en Oceanía, el también héroe cultural Maui, que fijó la duración del día y la noche. Indra, dios guerrero del hinduismo, personaje sobrenatural astuto, bulímico, hipersexuado y bufón a veces trágico. El titán trickster Prometeo, que manipuló los sacrificios divinos en Mekoné. Hermes, el mensajero, dios psicopompo y trickster. El gigante Loki de los germanos, tramposo, bromista, a menudo malvado, a veces bisexual o transexual, estrafalario y ridículo. En el gnosticismo el trickster es mujer, la diosa celeste Sophia, que ocasionará el desastre que tendrá como consecuencia la creación del mundo. Hay otro trickster masculino, aborto de Sophia, que fabrica el mundo a partir de una sustancia innoble llamada agua o bien a partir de desechos o de sueños provenientes de lo alto, del verdadero Dios. En el Génesis bíblico, está la presencia discreta de un trickster animal (la serpiente), que revela a la pareja humana la sexualidad, ocasionando la expulsión del paraíso. En las mitologías de la costa noroeste de América del Norte está el tramposo Cuervo de los tlingit. Entre los dogones de África, el Zorro Tramposo, pálido, llamado Yuguru, quien instituye el espacio y el tiempo reales. Y entre los yorubas, Esu el Tramposo, un orisa (habitante del orun o cielo), pequeño e itifálico, por una parte hace reír, por otra, engaña. A través d ofrendas de vino de palma se lo hace propicio.
En el ciclo nivaclé del viejo Cufalh vemos reaparecer todas las señas características de esta figura mitológica o arquetipo universal. Engaña tres veces a sus nietos mientras intentan recolectar miel, y tres veces lo despedazan y tres veces vuelve a la vida en una palingenesia no humana. Se trasforma en mujer, hermana de Cufalh dicen las mozas vírgenes, para desflorar a una pandilla completa de adolescentes, mostrando su hipersexualidad y su transexualidad. Otra vez se burla de sus nietos que van de pesca. Aún se me queda en el oído su risa de gozo infinito. Mata a la vampiro Sheyo con su enorme pene. En la guerra con los tobas estos le cortan la cabeza pero el caballo que lo transportaba al final no pudo con su peso y su cabeza retomó de nuevo su cuerpo. Mata a todos dando órdenes a su flecha primero de perseguir solo a los caciques, luego a la planta chaguar de perseguir inutilizar al único que quedaba vivo. “Chaguar, espera a este a este toba y clávale tus espinas”. Mató al tigre que lo cazó a él. Muere por último pidiendo a los pájaros del trueno que lo mataran. Así acabó su vida pletórica de bromas perjudiciales. Antes vuelve como hombre común y rejuvenece a los viejos de su aldea.