Paranaländer reseña el comic Guarani : Les Enfants Soldats du Paraguay, de los argentinos Diego Grimbau y Grabil Ippoliti, publicado en Francia en 2018. La ficción cuenta la historia de un fotógrafo francés que es enviado a Paraguay en el contexto de la Guerra de la Triple Alianza, llegando a ser testigo de la Batalla de Acosta Ñu.
Por: Paranaländer
Guarani. Los niños soldados del Paraguay, comic de los argentinos Diego Agrimbau (guion) y Gabriel Ippóliti (dibujos) del año 2018.
Comienza en el puerto de Montevideo en 1868, en pleno reclutamiento de inmigrantes para el frente de batalla de la Guerra Guasu. Entre los gringos está un fotógrafo, M. Pierre Duprat, contratado por la firma Bates & co., que se resiste a la leva forzosa y recibe de los soldados argentinos el marcante de «ballena» por sus dimensiones. En ese introito aparece una afirmación apodíctica: Sudamérica es tan bella como traicionera.
Duprat dice que habla algo español y que está un poco decepcionado de Montevideo, que no le parece tan diferente de la aldehuela donde creció. Duprat es contratado para, remontando el Paraná, seguir por el Paraguay hasta Asunción. Ha llegado engañado por su antiguo patrón, Dubois, quien le juró por su madre que la guerra había terminado. Bates & co, es una empresa floreciente gracias a la guerra pues las familias encopetadas pagan caro por inmortalizar las batallas donde sus hijos se cubren de gloria.
Duprat en realidad no tiene experiencia como fotógrafo de guerra, su campo es más bien la de la fotografía antropológica. Es decir, fotos de indias desnudas (“el interés científico no es más que la excusa para sortear la censura”). Eroto-antropológico, en suma, son sus fotos, para sus clientes. El objetivo de su visita es único y perverso: retratar a los indios del Paraguay, objeto del deseo tanto en Londres como París, ciudades que no escatiman dinero por una colección no de cabezas sino de fotos de indias guaraníes, según la fantasía europea, son consideradas las más bellas flores del subcontinente.
Bueno, yendo en busca de indias sexis Duprat topetará con los niños soldados del Mariscal. El guion tiene aires de “La guerra del fin del mundo” (Vargas Llosa) y el dibujo un touch de western spaguetti con luces y colores del tiempo de la Comuna (Duprat le parece a Bub Spencer).
A Duprat la empresa inglesa le ha asignado dos guías hasta Asunción, Javier López (fotógrafo) y Esteban García (asistente), admirador del Mariscal López. Típicos dobles o gemelos tricksterianos de Kafka. Duprat compró su pequeño laboratorio en Bruselas y usa papel albuminado italiano. Duprat es un poeta soñador, tiene más miedo a los mosquitos de la fiebre amarilla que a la guerra, “que no es real apenas un ennui en el horizonte”.
El 5 de diciembre de 1868 arriba Duprat al frente. Duprat y nosotros rápidamente aumentamos nuestro léxico. Un ejemplo: criollo se llama el portentoso cañón paraguayo, según la mitología aliada, forjado con el bronce de las campanas de iglesia de todo el país (metáfora también portentosa del Mariscal). Finalmente caerá en manos de los cordobeses (el otro cañón, el cristiano, había caídos en manos de los kamba).
El primer laburo de Duprat fue un tour de force, retratar a un prisionero paraguayo sonriendo (este avá era inexpugnable con su mueca taciturna). Duprat ve cosas increíbles como a los exesclavos brasileros vendiendo como esclavos a los prisioneros paraguayos. También a los guaicurú, combatiendo bajo las órdenes del ejército imperial una vez más contra sus enemigos de siempre los guaraníes o sus descendientes, los paraguayos. Pero sobre todo buscan cazar a los “cangua”, los guaraníes monteses o caygua.
Esteban gusta de romper las reglas aliadas y fotografiar no las ejecuciones mas insiste con los cadáveres de esas ejecuciones. El 27 de diciembre, batalla de Lomas Valentinas. Luego Duprat ve cómo los aliados tratan a las mujeres paraguayas, probablemente residentas, como mujeres soldados, es decir, prisioneros con el estatus de ser humilladas, abusadas. A esta altura del relato, unas 50 páginas, ya caemos en la cuenta de que se trata de una bildungsroman. O un viaje de descubrimiento, donde se alcanza el tesape’a, la aletheia. El Paraguay exótico, paradisiaco trocado de súbito en país del horror. No solo del franxute, también los secundarios tienen vivencias, sufren metamorfosis. Esteban abandona a la tropa y probablemente se enrolará al ejército paraguayo, que le fascina.
El 5 de enero de 1869 arriban a una Asunción sometida aun pillaje sistemático por parte de los aliados. Duprat fotografía el Palacio del Mariscal López. Javier López retorna a Buenos Aires vaticinándole a Duprat que no sobrevivirá dos días solo en Asunción. Aún ofrece pesos brasileros, soles peruanos, monedas francesas para que un baqueano lo guíe hasta el monte hovy para fotografiar indias auténticas. El 1 de marzo del 1969 parten en busca de las modelos indias bañándose en los arroyos para que cámara francesa las eterenice.