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sábado, noviembre 23, 2024

El Orcus schopenhaueriano

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Paranaländer comparte algunas citas claves de Schopenhauer, filósofo del absurdo de Clément Rosset (El Cuenco de Plata, 2012), un libro con dos ensayos sobre el filósofo alemán, autor de la célebre obra El mundo como voluntad y representación.

Por: Paranaländer

“es del Orcus de donde viene todo”

El Schopenhauer, filósofo del absurdo de Clément Rosset (El Cuenco de Plata, 2012), es un libro con dos ensayos sobre el filósofo alemán. Por razones de inclinación personal, me concentré en el segundo, «La visión absurda», subdividida a su vez en cuatro apartados: «La finalidad sin fin», «la necesidad sin causa», «la ilusión de la libertad» y «la ilusión del devenir y la eterna repetición».

Me limitaré, en un ejercicio de placer egoísta sin fin, a copiar mis subrayados propinados a todos mis libros con el canónico Bic azul. Me parece muy pertinente la lectura de Rosset, viendo el día de nuestra vida actual, algorítmica, de llantos globales, glorificación de banalidades desde el punto de vista metafísico, el único importante en esta comedia humana también hasta ahora sin fin.

“De las dos metafísicas, la del amor y la de la muerte, esta última resulta la más reveladora del absurdo de la repetición para Schopenhauer. En efecto, la idea de la primacía de la muerte es lo que permite explicitar el carácter angustiante de la repetición. Si en Schopenhauer la repetición es un motivo de angustia, es porque al negar el devenir hace que todos los acontecimientos aparezcan como fijados de ahí en más en una inmovilidad general; es decir, que la repetición niega a la vez el movimiento y la vida. El mundo, según Schopenhauer, está muerto desde siempre; ‘creemos’ que vive, y la más profunda desmitificación schopenhaueriana consiste en advertir que solamente aparenta vivir, que imita torpemente la vida”.

“Schopenhauer se apropia de la famosa definición shakesperiana: ‘El mundo es una historia contada por un idiota, llena de sonido y de furia, y que nada significa’. Si el teatro refleja la vida de los hombres, estos constituyen a su vez otro teatro igualmente ficticio, e incluso más aún, porque ya no refleja nada. El hombre es un personaje sin un actor que lo sostenga, en un reverso del cual no existe un anverso. Los actos que ejecuta aguardan en vano un nivel cualquiera de ‘realidad’ a partir del cual interpretarlos. La filosofía schopenhaueriana no es interpretativa, y repudia como charlatanería todo esfuerzo por sustituir el silencio absurdo. No hay que contar con la filosofía para encontrar razones para vivir”.

Clement Rosset (Carteret, Normandía, 1939), fue alumno de la École normale supérieure. Hizo una residencia de dos años en Canadá hasta 1967 en que se instaló en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de Niza, donde ejerció la docencia.  Desde 1998 vive en París. Escribió Lógica de lo peor (1971), El principio de crueldad (1988), Fantasmagorías (2006), etc.

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