Derian Passaglia repasa las películas que vio durante el 2020, año marcado por la pandemia, el confinamiento y muchas dificultades para la industria cinematográfica.
Por: Derian Passaglia
Este año no hubo cines ni teatros ni boliches ni peluquerías ni recitales ni escuelas, al menos buena parte del año en muchos países. Los eventos y trabajos que requerían aglomeraciones se cancelaron. Para hacer cine se necesita plata y gente, aún hoy en día cuando los medios parecen haberse democratizado bastante: actores y actrices, asistentes, técnicos, iluminadores, sonidistas. ¿Qué película ganará el Oscar en unos meses en un año como este? Buena parte del 2020 me dediqué a organizarme un ciclo personal de películas de los noventa, por eso muchas de las pelis de mi top 18 fueron estrenadas en esa década. Descubrí que hay una íntima relación entre una época, el espíritu de una época, y su forma de representar el mundo; que el arte puede mostrar un espacio y un tiempo determinado a través de sus formas; que en los noventa se tomaba mucha cocaína; que una recurrencia revela las variaciones pero también las repeticiones. Estas son las mejores películas que vi en el año de la pandemia.
- Los dueños de la calle (John Singleton, 1991). La película que David Simon hubiera querido filmar. Los protagonistas son negros de ghettos, viven entre narcotraficantes y usan camisas holgadas a colores y jogginetas y raspan un sachet de leche con una moneda para ver si ganan un premio. Hay escenas intolerables y dolorosas e insospechadas. Inolvidable.
- Síndromes y un siglo (Apichatpong Weerasethakul, 2006). Uno de los mejores directores actuales obsesionado con una temática que filma siempre de una manera particular: el paso del mundo viejo al nuevo, las tradiciones y la vida moderna. Los fantasmas de la tradición nos siguen hablando.
- Kids (Larry Clark, 1995). Quizá sea la mejor película del género «chicos rebeldes perdidos y sin futuro» que haya visto. Cada escena es mejor que la anterior, sobre todo cuando hay grupos donde se fuma y se habla de chicas y de chicos y andan en skate.
- Días de furia (Paul Schrader, 1997). Hay que estar muy fuerte de ánimo para ver esta película y para ver una de Schrader en general. Spoiler: el protagonista se cansa de todo y termina matando y quemando a su padre en el establo mientras lo mira desde la ventana de la cocina tomando whisky. Schrader, estás enfermo, hermano.
- Showgirls (Paul Verhoeven, 1995). Una flasheada total, casi como una novela de Aira pero con sexo y drogas y minas en bolas bailando en el caño. No hay una película igual a esta, es única, es un género aparte y propio. De culto.
- Bambi (David Hand, 1942). Nunca había visto Bambi. Es muy cruel la vida. No la vean si andan sensibles. Tengan a mano pañuelitos descartables.
- Light Sleeper (Paul Schrader, 1992). De nuevo Schrader. Se va conviertiendo en uno de mis favoritos. Sus personajes son dostoievskianos: los conflictos morales constituyen su esencia, y por eso mismo se vuelven inolvidables.
- Lo que queda del día (James Ivory, 1993). Tiene la mejor escena de tensión sexual jamás filmada con un libro de por medio. Anthony Hopkins la rompe.
- Esposas y concubinas (Zhang Yimou, 1991). A través de escenas frías y dramáticas, que genera una extraña combinación, Yimou filma esta belleza que solo puede permanecer en el espíritu incluso una vez terminada la película, más allá en el tiempo.
- eXistenZ (David Cronenberg, 1999). De mis directores favoritos, esta flasheada ciberpunk, en la que hay un juego de realidad virtual que no parece tan virtual, es increíble.
- Navajeros (Eloy de la Iglesia, 1980). La película que hubiera querido filmar un Truffaut psicodélico: violencia, pobreza, drogas, sexo, en la España de los 80.
- In a Lonely Place (Nicholas Ray, 1950). Qué grandes son Humphrey Bogart y Nicholas Ray. Una obra maestra del cine negro clásico.
- Generación X (Ben Stiller, 1994). Chiquita, modesta, querible, esta película muestra la generación de jóvenes de los noventa por ellos mismos: perdidos, sin futuro, de padres separados, descubriendo las drogas y el alcohol, mirando MTV sentados en el sillón con un paquete de papas fritas en la panza.
- Family Romance, LLC (Werner Herzog, 2019). Werner Herzog es un antropólogo del cine, y acá muestra una vez más que el planeta Tierra es un lugar muy extraño. En Japón, hay agencias que alquilan familiares.
- La muerte le sienta bien (Robert Zemeckis, 1992). Esta película es inverosímil y no le molesta serlo: Meryl Streep camina por una mansión con el cuello torcido, muerta, mientras habla. Retorcida, enloquecida, salvaje: los noventa en una de sus máximas expresiones.
- Bajo mi piel morena (José Celestino Campusano, 2019). Campusano hace años que filma bien y no tiene una película mala. En este nuevo dramón, una mujer transexual trabaja en una fábrica y lucha por ser aceptada.
- El abogado del diablo (Taylor Hackford, 1997). Otra flasheada noventera. Una película que va creciendo hasta transformarse en no se entiende bien qué. Al Pacino interpreta a un diablo multimillonario, empresario, dandy, con clase. Como deben ser los diablos en los noventa.
- Nostalgia de la luz (Patricio Guzmán, 2010). Gran documental chileno que mezcla la ciencia, la astronomía y los desaparecidos por la dictadura militar de Pinochet. Hermosa y necesaria.
