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sábado, noviembre 23, 2024

261 mitos eternos

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Paranaländer reseña el libro de Adolfo Colombres “Seres sobrenaturales de la cultura popular argentina” y se detiene en los mitos de origen guaraní: una variada gama de personajes muy populares a ambos lados de la frontera paraguayo-argentina.

Por: Paranaländer

Revisando el libro “Seres sobrenaturales de la cultura popular argentina” (2009) de Adolfo Colombres, veo que aparecen muchos mitos de origen guaraní (Ambrosetti recogió las andanzas del Yaguareté-Aba. La de un cazador de un pueblo de Yuty, Paraguay, que tuvo el coraje de acuchillarlo y seguirle luego el rastro por la selva hasta dar con su guarida, una gruta llena de calaveras y huesos humanos roídos, donde lo remato tras un nuevo y encarnizado combate). Y su bibliografía se extiende con obras de Eloy Fariña Núñez, Cadogan, Bartolomé, etc.

De los 7 mil demonios catalogados en Europa en el siglo 16 por un duque, aquí el número es más limitado (261 seres sobrenaturales): el mundo se ha achicado efectivamente como sugiere Couliano desde que la ciencia, aplastando el imaginario, lleva la batuta. Al menos los seres imaginarios de Colombres se encuentran en las antípodas de los del ciego Borges, que no vio ni nunca ve nada ni siquiera que ronde su entorno vernacular que valiera entrar en su famoso librito, más allá del chiste de una chancha con cadenas vista en una ¡estación de trenes cordobesa!

Aquí vemos un intento de taxonomía guiado por Frazer: espíritus, dioses (como tupa, tunpa), héroes civilizadores o culturales y personajes legendarios (el Yaguareté-Abá, el Lobisón, el Pombero y el Pira-Nú). Colombres no ve una hegemonía del sadismo en estos seres fantásticos (como en Europa) ni llega a la paranoica conclusión marxiana de que el ámbito de lo religioso (lo popular par excellence) sea necesariamente represivo y esclavizante, alienante y tranquilizante como una droga (¿Si Marx resucitara lideraría una milicia antidrogas hoy?).

Los seres de etiología guaraní y la diaguita-calchaquí se destacan por su variada gama de personajes. En Corrientes y Misiones se ha formado ya una cultura de origen guaraní propia del sector mestizo, en muchos aspectos diferente de la más pura cultura guaranítica, que entre nosotros sustentan principalmente los mbyá, y también algunas familias de paí-tavyterá y avá-chiripá; todos éstos asentados en Misiones. También los chiriguanos participan de dicha cultura, aunque en menor medida que los otros, por haberse trasladado ya hace mucho tiempo hacia los contrafuertes andinos y límites occidentales del Chaco, y asimilado influencias de esas regiones. Los cuatro grupos mencionados pertenecen al tronco lingüístico tupí-guaraní.

De la familia lingüística arawak están sólo los chañé, dominados siglos atrás por los chiriguanos, con los que prácticamente se han fundido en lo cultural, por lo que es común llamarlos “chiriguano-chané. Ahora veneran a dioses chiriguanos, como el Tatú-Tunpa y el Aguara-Tunpa (“Literalmente, Zorro-Dios. Deidad chiriguana del mal, que cuenta con la picardía entre sus principales atributos. Siempre lucha con Tunpa, procurando destruir su obra. Ana-Tunpa le encargó introducir la guerra, la discordia, el juego y la muerte entre los hombres. Una vez incendió los campos y pastizales, con lo que murieron todos los animales que servían de comida a los chiriguanos, por lo que estos estuvieron a punto de perecer. Otra vez envió el Diluvio con el mismo propósito, del que solo se salvó una pareja de niños navegando en un mate, en el que llegó a Paraguay para multiplicarse y regenerar la raza”).

Una pequeña crítica a Colombres: querer reducir lo sobrenatural a lo más terrenal de los motivos: la división política de los países. Con tan condescendiente y banal criterio ha excluido al fantástico “chileno” (yámanas y alacalufes) y aymara (“los Japiñuñus: temibles demonios de la estirpe de Antis, de grandes y deformes tetas con las que atenazan a sus víctimas en las noches diáfanas para llevarlas por los aires hacia el sitio en que serán devoradas. A la maléfica Mekala, la Sajra, el Achancha y otros seres”). Pero queda un sabor final agradable tras su lectura al habernos sumergido en un bric-à-brac de criaturas que se resisten a morir aún hoy en medio de las ondas de los celulares.

 

“Dioses creadores y benignos resuelven de pronto aniquilar a la humanidad, y lo hacen con una saña o una despreocupación que estremecería a un demonio. Así, entre los chiriguanos, Tunpa destruye sin miramientos a la humanidad sólo para satisfacer un ilegítimo deseo de Araparigua, pero después se siente solo y crea otra”.

 

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