«Laiseca levanta el nivel en el panorama de la mediocre literatura argentina y latinoamericana de los últimos treinta años», por Derian Passaglia.
No me extraña que llamen maestro al maestro Laiseca: tiene una destreza única para construir argumentos y situaciones narrativas por encima de la media dentro de la literatura. Su fuerte es el manejo consciente del género novela, al que intenta explotar desde su interior, a diferencia de Aira por ejemplo, que usa los géneros pero no se casa con ninguno.
La hija de Kheops podría pasar como una parodia, según se apunta en la contratapa, de las novelas históricas. Yo no sé si Laiseca pensaba específicamente en las novelas históricas a la hora de escribir este relato. Parece, más bien, el ejercicio desenfrenado de la imaginación de una mente obsesionada con la historia del antiguo Egipto. En cualquier caso la parodia resulta involuntaria, ajena a las peripecias de los mosquitos que rondan las páginas y obligan a los personajes a ponerse, cada dos por tres, «pelente».
Dos virtudes: el relato se construye como un escenario teatral donde los personajes lanzan sus largos monólogos. Antes que el diálogo, la forma en que se establece la conversación entre los personajes hace pensar en el teatro, en un set dorado de colores brillantes, sandalias, joyas y maquillaje alrededor de los ojos. Este carácter teatral de la novela se acentúa por el tono jocoso de la narración, que pone distancia con anacronismos y situaciones que rozan, coquetean, pero que no llegan, al absurdo.
Sobran capítulos, hay que decirlo, que no tienen otra razón de ser que la de estirar la narración y la diversión personal del propio escritor, pero no del lector, que se queda pensando por qué Laiseca será tan caprichoso. Algunas veces las digresiones salen bien, tienen sentido en la construcción de un mundo personal donde el tono jocoso, el carácter teatral, están explotados al máximo. Otras veces aburre, es irregular, no importa en lo más mínimo lo que cuenta.
Con todo esto, y a pesar de que no parece ser de sus mejores libros, Laiseca levanta el nivel en el panorama de la mediocre literatura argentina y latinoamericana de los últimos treinta años. Intuyo que puede ser mucho mejor escritor que lo que La hija de Kheops ofrece, y que le encanta divertirse escribiendo, uno de los valores fundamentales cuando pienso en la literatura que elijo para leer.