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sábado, noviembre 23, 2024

Ñapi’u de la libertad

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Paranaländer reseña en esta entrega el libro “Tavyrai renda. Cuentos para des-manicomializar”, del recientemente fallecido Dr. Martín Moreno, donde se relatan historias y vivencias del otrora Manicomio Nacional, hoy Hospital Neuropsiquiátrico.

 

Por: Paranaländer

 

Ayer circuló por las redes la muerte muy sentida del Dr. Martín Moreno. Justo una semana antes una amiga me había prestado el libro de su autoría “Tavyrai renda. Cuentos para des-manicomializar”(Servilibro, 2008).

Más que cuentos son relatos vividos o escuchados, y muchas veces desgarradores, por un médico adscrito por largos años al Manicomio Nacional.

A grandes rasgos se nos pegan muchas de las experiencias presenciadas por Moreno en su quehacer como psiquiatra. Ese mundo de litio, electroshock y encierro, último hito de lo humano, que a veces se animaliza, como la leyenda de Kaspar Hauser, para sobrevivir en el caso de un hombre de 22 años infantilizado en lo físico por el abandono y la desnutrición, y que se gallinizó en lo mental-cultural, o se lava la cara -con la sola presencia de una mesa para comer arropados por los hombres de guardapolvo en un psicodrama feliz hasta un grado casi revolucionario.

Esa proto-historia del manicomio paraguayo, en illo tempore (hasta los años 60) carecía de enfermeras cuyas funciones eran cumplidas por los llamados capataces (hay un par de historias de estos capataces, algunos ex comisarios: recuerda uno con nostalgia sus raids nocturnos por calle Luna montados en jeep cuyas presas enlazadas como en el far west principalmente se conformaban de internos que intentaban huir de la institución. Otra con un capataz que llamaba a su pistola che kuña) y su corralón infrahumano.

La locura muchas veces está del lado cuerdo, como aquel caso de violación de un paciente reducido a perrita por el propio director que recibía la terrible denuncia.

La sesión diaria de electroshock es aterradora. Ryguazu jejuka icha. El electroespecialista pagaba anuncios en los diarios de entonces (60’s) ofreciendo sus mágicos servicios de electro sueño, electro bisturí…

Nos recuerda que hubo resistencias a la forma puramente violenta del manicomio: la renuncia del Profesor Andrés (la ausencia de apellidos en varios relatos la interpreto de dos maneras: o son muy públicos o prefiere la discreción) en los 50’s. Un tal Dr. Carlos intentó introducir el revolucionario método de Basaglia en 1978. Y, por último, en 1982, otra vez el mismo Dr. Carlos, volvió con su comunidad terapéutica de mujeres.

El Hospital Psiquiátrico de Asunción fue inaugurado en 1898, como donación para un Asilo de niños, ancianos y vagabundos, sito en la calle Luna (literal) hoy Venezuela entre Concordia y Amistad. Dependió de la Facultad de Medicina de 1927 a 1997.Desde esa última fecha pasó a cargo del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social. Su nomenclatura siempre tentativa, dudosa: Asilo de niños, ancianos y vagabundos, Hospital de alienados, Manicomio Nacional, Hospital Psiquiátrico, Hospital Neuropsiquiátrico.

En suma, les puedo decir que es un libro muy recomendable, de un sector que todavía espera su historia. Los relatos son más espeluznantes que cualquier divague comercial de Stephen King.

 

Martín Moreno (1956-2020), fue presidente de la Sociedad Paraguaya de Psiquiatría en el periodo 2014-2016 y docente de la cátedra de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Asunción (UNA).

 

 

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