Paranaländer reseña “Ejedesencuadrá: Del encierro hacia el vy’a. Transgresiones para una salud mental sin manicomios” (2020, editorial Arandurã), del médico psiquiatra y antropólogo paraguayo Agustín Barúa Caffarena, quien propone una transformación en el tratamiento de la salud mental a partir de la «desmanicomialización». Eliminando la tradicional institución de encierro, Barúa busca desterrar tabúes y discriminación contra los pacientes psiquiátricos, disociando los términos locura y miedo y la oposición entre locura y normalidad.
Por: Paranaländer
“Ejedesencuadrá: Del encierro hacia el vy’a. Transgresiones para una salud mental sin manicomios” (2020, editorial Arandurã), de Agustín Barúa Caffarena. Lleva prólogo de Martín Moreno, es el primer libro de una nueva colección de psiquiatría crítica (Colección Psi Crítica) que incluye una obra de Carlos Arestivo, “Psiquiatría sí…pero crítica”, ambos pioneros de esta vertiente de desmanicomialización, horrible palabra repite el autor todo el tiempo y que sugiere modestamente sustituir con el neologismo del título (desencuadrá), acuñado por uno de tantos activistas y colaboradores del interior del país que se dan cita en el libro en lugar privilegiado.
El libro primeramente tiene un lado autobiográfico, vivencial, del autor, para contextualizar las dificultades que debe sortear un médico especializado en salud mental y que está interesado en no repetir la violencia institucional de su profesión (la violencia autoritaria de la psiquiatría). Su odisea pasó por la Universidad Nacional de Asunción (donde le censuraron por andar en sandalias), un monasterio en Argentina, la militancia de izquierda estudiantil universitaria, el conocimiento de Arestivo (una de las primeros desmanicomializadores en el país, educado en Italia con Basaglia), una residencia en La Habana, hasta la emergencia de su idea de una Clínica Placera (ver página del sitio en Facebook).
Barúa se define como psiquiatra y antipsiquiatra. Su libro es el compendio de 12 años de prácticas asistenciales, docentes, de investigación extensionistas y militantes.
El otro lado del libro, que pasa por la destilación morosa de teorías y una variadísima bibliografía antipsiquiátrica o psiquiatría alternativa, es la recopilación de una suerte de antropología de la normalidad. Tanto de la normalidad tradicional, que el autor pretende superable, y la nueva normalidad, la del actual ethos dominante, posmoderna. Para tal inmersión, usa un neologismo llamado normopatía. Llega a una apología del anticuerdismo por esta vía. Más allá de tal posicionamiento, lo interesante, para un lector más en frío, es que esta puesta en escena de una “filosofía perenne” o “literatura sapiencial”, nos ayuda a ver cuán difícil es el desenredo de un concepto tan banal aparentemente como lo normal.
Les copio algunos ejemplos de ambas normalidades recopilados en el libro que me llamaron la atención:
Ejemplos de Normalidad rancia:
“Psicología es una carrera de putos”
“No podés escribir en guaraní/yopará un informe”.
“Quien no habla guaraní no es paraguayo”.
“Ustedes se creen socialistas y tienen todo auto”
“Sos un director de tecnología no podés tener un teléfono que no sea de última generación”.
Ejemplos de Nueva normalidad o ethos actual dominante:
“Si no fumas marihuana sos careta”.
“Si comes carne sos mala vibra”.
“Si sos mamá sos reproductora de esta sociedad capitalista, imperialista, patriarcal y heteronormativa”.
Las 300 páginas del libro muestran gran preocupación siempre en no quedarse en una definición simplista de ningún aspecto de la realidad, rondando siempre posiciones no oficialescas, sin temer a las conflictivas, aprendiendo del chamán como de la sabiduría de un campesino tanto como de Szasz.