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sábado, noviembre 23, 2024

Filtro Bloy a nuestros clichés

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En esta entrega Paranaländer escribe sobre frases que la gente repite sin pensar, y sugiere “pasar nuestros clichés más baboseados y promocionados hoy por el filtro Bloy”. León Bloy fue un novelista francés fallecido en 1917.

 

En “Exégesis de lugares comunes” (Editorial Mundo Moderno, 1951), Léon Bloy toma una frase, alguna sentencia o “locuciones patrimoniales” que gusta de repetir sin pensar la gente, el burgués dice él, y las tritura sin piedad (“La pobreza no es un vicio”, que “revela el poder sublime del burgués”. O esta otra: “No es posible vivir sin dinero”, donde Bloy lee Dinero como el mismo Dios, la comida pentecostal de la vida diaria que trabaja y se nutre de Dios. Un ejemplo más, delicia pura. “El tiempo es oro”, para el burgués dice Bloy todos los tiempos mencionados por Eclesiastés son oro (inclusive el tiempo de morir). Si aplicáramos tal metodología bloyana a nuestra realidad, acaso el resultado resulte divertido. Por ej., sobre un grafiti de calle Chile. “el machismo mata”: cierto pero…relativo, también el covid mata, el cáncer mata, el azúcar mata, la harina mata, los accidentes de tráfico, el crack mata, el fútbol mata, los ascensores matan, el avión mata, la edad mata…Esto nos lleva a Heidegger, “el ser para la muerte”, incluso a Aristóteles, “todos los hombres son mortales”. por no citar a Schrödinger, “el gato está vivo y está muerto”.  La vida misma es la que nos mata, estar vivos ya implica la muerte siempre, nacer es morir en el fondo. Por intuir tal verdad, los cátaros y bogomilos aullaban de pena cuando nacía un niño, y los guaraníes sucumbían a la salutación lacrimosa, más un guahú que saludo. Hasta hace poco todavía tal costumbre era comprobable entre los aché (Clastres).

Sigamos con los grafitis: “mi cuerpo me pertenece”. Estrictamente el cuerpo es una transfiguración en acto o, mejor, in progress: no pude tener propietario, pasa de un estado “gaseoso” común (nube de gas primigenio) por un interludio llamado cuerpo orgánico y de vuelta se resuelve nuevamente en un puñado de gases o moléculas. Es decir, su estado corporal, o actualización como cuerpo, se está ya desde ab initium deshaciendo… Es lo menos “posible”, el cuerpo, que existe en el mundo. Su condición de propiedad es dudosa, efímera, casi fantasmal. “Desde este punto de vista, un ser humano puede definirse como una colección temporal de líneas de universo de moléculas. Estas líneas de universo estaban dispersas antes de que naciéramos, se juntaron para formar nuestros cuerpos, y se volverán a dispersar cuando muramos. La Biblia dice: «del polvo al polvo». En esta imagen relativista podríamos decir: «de las líneas de universo a las líneas de universo» (Kaku).

Huyamos de los grafitis, tomemos un ejemplo muy vitoreado en discursos, cybercharlas, tuiteos y demás perifoneos actuales, por agoreros del fin del lenguaje (y del raciocinio): “un joven paraguayo hoy usa menos de 100 palabras”. Esto de entrada es una falacia, ¿de qué joven falamos aquí? ¿Del indígena que maneja su lengua (maká o nivaclé) además del guaraní y español?, ¿del citadino que mezcla bellamente el guaraní y el español contaminado de portugués o inglés?, ¿del menonita que habla su alemán de alta edad media más guaraní y español? Bueno, aceptando provisoriamente que existe ese joven que solo usa 100 palabras de español, ¿no deberíamos sumarle una cantidad x de guaraní y otras lenguas que circulan por el país? Saliendo de la falacia y entrando en el fondo de la cuestión, esto no es un problema estricto de un país tercermundista, es un fenómeno global hoy día. En Inglaterra lo llaman poslexia: “Lo que médicamente se llama dislexia deviene ahora en poslexia; la capacidad para procesar la densidad de imagen del capital es infinitamente superior a la necesidad de leer” (Mark Fisher). Es la hegemonía de la cultura visual en la nueva subjetividad posliteraria que se ha apoderado como un demonio del niño-joven tardomoderno: wasap, video juegos, etc., están antes que la lectura o la perorata que se despliega o construye con más de 100 palabras españolas.

Solo intentaba sugerir, con estos 3 ejemplos paradigmáticos, pasar nuestros clichés más baboseados y promocionados hoy por el filtro Bloy, a ver que nos quedaba en las manos después de tal operación revulsiva. Ni siquiera es necesario tener argumentos muy desarrollados para iniciar el buceo lógico-inquisitorial, apenas voluntad de jugar al ejercicio vital de la duda y el zarandeo de nuestras certezas.

 

 

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