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sábado, noviembre 23, 2024

La deconstrucción y el estereotipo

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La deconstrucción actual no entiende la potencia revolucionaria que hay en el uso de los estereotipos y prefiere desglosarlo parte por parte, palabra por palabra, porque entienden que es la manera de transformar la realidad que los oprime.

Por: Derian Passaglia

Todo debe ser deconstruido. La deconstrucción es un concepto filosófico de la teoría postestructuralista francesa, desarrollada por el filósofo francés Jacques Derrida a mediados del siglo XX. Este concepto, que Derrida reformula del filósofo alemán Martin Heiddeger, le sirve para pensar textos, en particular textos literarios. Pero hoy en día ya no solo se aplica a los textos de literatura, sino a nociones de género, a las personas, a un objeto, a una frase, un perro, a lo que sea. Conozco una cuenta de Instagram, por ejemplo, que en uno de sus posteos dedicó un video de veinte minutos a “deconstruir” la frase común “un día de mierda”: qué queremos decir cuando decimos que tenemos un día de mierda.

En su origen, la deconstrucción es una forma de leer un determinado texto, que se opone a las formas en que se leía hasta entonces. Con la deconstrucción, un texto puede leerse sin contexto, niega la posibilidad de la denotación, es decir, la idea convencional asociada a cada palabra, para priorizar una lectura donde se pongan en juego los significantes, las palabras mismas, no aquello que el texto quiere decir, sino lo que dice.

La deconstrucción es así una teoría sobre el lenguaje. Se escucha frecuentemente a muchas personas decir “me estoy deconstruyendo”, queriendo señalar que la persona que lo dice está en proceso de revisarse a sí mismo lo que piensa sobre determinada cuestión, volver sobre sus privilegios, desarticular lo aprendido por las normas sociales históricas y destruir la tradición. Es una vanguardia a la inversa, que cree que nada de lo que se haya hecho tiene valor, o que debe tirarse al tacho dos mil años de historia por la simple razón de que se considera, moralmente, que todo lo hecho hasta entonces estaba mal: el patriarcado, las relaciones sociales, el sistema social, el género, etc.

Tal y como se entiende el término de forma vulgarizada, la deconstrucción no piensa sobre el pasado para reconvertirlo en algo nuevo, lo niega mecánicamente. La deconstrucción actual no entiende la potencia revolucionaria que hay en el uso de los estereotipos y prefiere desglosarlo parte por parte, palabra por palabra, porque entienden que es la manera de transformar la realidad que los oprime.

El estereotipo es una figura privilegiada cuya potencia reside en el uso. En literatura, el estereotipo es lo que permite que las ideas asociadas a determinado objeto, lugar, hecho o género puedan transformar su realidad, es decir, que no es necesario negarlo ni “deconstruirlo”: simplemente hay que usarlo.

Cuando Aira pone a científicos locos a hacer experimentos en sus novelas, cuando Borges usa la idea de un poeta pedante y fanfarrón en su obra maestra El Aleph, o cuando Manuel Puig da voz a tías chismosas de pueblo lo que están haciendo es contrario a la deconstrucción, es el uso del estereotipo en su esplendor, el recurso que permite la toma de conciencia de la realidad de una manera más potente y revolucionaria que cualquier teoría relativista de la actualidad.

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