Derian Passaglia escribe sobre Matrerita, una nueva editorial digital de poesía: «Lo que modifica Matrerita es la forma de concebir la poesía misma, ya que los epubs son interactivos y tienen un diseño digital cuidado».
Por: Derian Passaglia
Hay una nueva editorial digital de poesía llamada Matrerita. La novedad de Matrerita, a diferencia de las tantas editoriales digitales que nacen por mes, por semana o por día, es que tiene una estética vintage y canchera, como cuando la iglesia para modernizarse le abrió una cuenta en Twitter al papa. El fondo de la página es animado con colores saturados, jaspeados, que producen el efecto de estática de los viejos televisores de tubo.
El anacronismo deliberado de la propuesta editorial es provocador, y tiene la intención de correr a la poesía del lugar común en el que históricamente fue quedando, como un arte difícil, hermético, pasado de moda. Este malentendido produjo que la poesía se asociara a la solemnidad, incluso es la imagen que los propios poetas propagan de sí mismo a veces, y la cantidad de sus lectores se redujo hasta convertirse en un arte endogámico y sectario. El desarrollo de los medios de comunicación, el auge de la novela, en fin…, no es el único argumento por el cual, como le escuché decir a Daniel Durand una noche a cielo abierto, la poesía es una lengua muerta.
Lo vintage de la estética remite a los inicios de internet, al 1.0, a los tempranos dosmil, a esa época en la que muchos fuimos adolescentes y hoy andamos en la treintena, haciendo malabares para pagar un alquiler todos los meses, con la conciencia de que moriremos, quizá, sin ser nunca propietarios. Una estética millennial, de aquellos que crecimos en el pasaje de lo analógico a lo digital y conservamos esa nostalgia por los objetos del pasado: un cartucho de Sega, un tamagotchi, los juegos en la calle hasta que se hiciera las nueve de la noche y tu mamá te llamara a comer.
“Pos sí, qué, nos íbamos a quedar mirando epubs en blanco y negro?” se lee en la página principal de Matrerita como tirando shade de la buena, y que podría pensarse como una toma de postura editorial que recuerda el impulso inicial de aquellas otras editoriales que cambiaron la forma de editar en la Argentina, como Belleza y Felicidad o DelDiego, donde la poesía antes que un arte literario era una red de socialización, un lugar de encuentro, una forma de pasar el tiempo entre amigos. Los libros se pueden descargar gratuitamente y la colaboración es opcional.
Lo que modifica Matrerita es la forma de concebir la poesía misma, ya que los epubs son interactivos y tienen un diseño digital cuidado. Por ejemplo, en el poema “Catita solo quiere ver a sus pájaros” de Milton López, junto al poema se adjunta un audio de dos minutos en el que se puede escuchar el sonido de los pájaros mientras se mira el fondo de una imagen de pájaros que podría haber salido de un juego de Family; o como en un fragmento del poema “Soñé” de Fernanda Mugica, donde la palabra aparece a medida que la leemos, como si alguien la estuviera escribiendo en ese momento, una animación que juega con el fondo de olas y los versos que hablan del mar.
Matrerita es una verdadera editorial digital, ya que lo que cambia del papel o lo digital no es solamente el formato en el que puede leerse el texto, sino que ese mismo formato es parte del texto, puede leerse junto con él de manera interactiva. El efecto de lectura que produce es extraño y novedoso, porque el texto de los autores es solo una parte del libro, que se completa con los gifs, las animaciones y los audios.