Derian Passaglia escribe sobre el significado de la vanguardia en el ámbito artístico, repasando los orígenes del término como alguno de sus hitos más importantes.
A principios de siglo XX se pudrió todo y el mundo no volvió a ser igual. Los que la pudieron fueron los rusos con la revolución, las guerras mundiales y más tarde Estados Unidos con su poderío militar y disciplinamiento económico. El arte no podía ser ya el mismo que en el siglo pasado: había algo que no funcionaba en la representación. Los artistas de ese primer momento de una época que se experimentaba como nueva exigía también un arte nuevo. No se podía seguir narrando la vida de burgueses de buena posición social en decadencia como Balzac y Flaubert. Las vanguardias históricas nacieron con un afán destructivo de romper todo y empezar todo de nuevo. Borrón y cuenta nueva, incendiar el arte precedente y crearlo desde cero.
Así nació la vanguardia. La vanguardia es en realidad una metáfora denominada seguramente por algún crítico aburrido. Se trata de un movimiento artístico que comprende el arte, la literatura, la música, la arquitectura, la pintura, el cine, etc., y que fue teorizada por los filósofos y teóricos más influyentes como Adorno, Benjamin o Derrida, por poner solo tres grandes nombres.
El mundo cambiaba a pasos agigantados. Los avances técnicos, la velocidad que imponía el ritmo de las grandes ciudades, la importancia cada vez más simbólica y esquizofrénica del dinero, la producción, los nuevos medios… Cuenta la leyenda que en la primera proyección del corto La llegada del tren a la ciudad (1896) de los hermanos Lumière, el público salió huyendo despavorido de la sala al ver la imagen de un tren en movimiento que se acercaba a una estación de frente. Era una de las primeras películas del mundo.
El arte exigía una forma de relacionarse con las cosas que estaban pasando, con la historia misma, la que pasaba dentro de una novela y la que pasaba delante de los ojos. Los artistas se organizaron en movimientos porque la época pedía cambiar el mundo de a muchos, crear un hombre y un arte nuevo unidos y organizados. Se escribieron manifiestos prescriptivos y nacieron así los famosos “ismos” como el surrealismo, el dadaísmo, el expresionismo, cubismo, etc., cuya asociación y pertenencia se lograba con el carnet del Partido Comunista en la billetera y ejecutando el arte de la manera en que lo pedían los manifiestos.
Teoría de la vanguardia, de Peter Burger, es uno de los mejores libros sobre el tema que resume con maestría los postulados de la vanguardia: negación de la institución arte y un esfuerzo del artista por aproximarse a la vida, por reunir arte y vida. Y este mes salieron dos libros que tocan el tema: ¿Qué será la vanguardia? Utopías y nostalgias en la literatura contemporánea, de Julio Premat, y La vanguardia permanente, de Martín Kohan. Lejos de ser un movimiento histórico polvoriento, como muchos creen, la vanguardia sigue siendo la encarnación del arte más revolucionario de todos incluso un siglo después de su nacimiento.