En esta entrega, Paranaländer escribe sobre un libro de Serguéi Dovlátov llamado “Los nuestros” (Ediciones Áltera, 2000), y nos trae algunas frases que extrajo de su lectura.
Por: Paranaländer
Leí en un día (de domingo) las 195 páginas de “Los nuestros” (Ediciones Áltera, 2000) de Serguéi Dovlátov (Ufa 1941-Nueva York 1990). Un libro perfecto, de punta a punta. Son 12 capítulos (cada capítulo narra la vida de un pariente o familiar, en una sucesión que sigue así: bisabuelo Moiséi, abuelo materno, tío Román, tío Leopold, tía Mara, tío político Arón, la madre, el padre Donat, el primo hermano Boria, la perra Glasha, la esposa Lena y la hija Katia) y una conclusión. No me voy a extender mucho en este introito, pues mi intención es transcribir la mayor cantidad de subrayados que he hecho a mi ejemplar, solo una breve visión de su perfección: me parece que no está solo en la fauna que nos presenta en cada capítulo, ni en su veracidad, sino que, sobre todo, es debido al fondo: ese delirio siniestro del siglo XX llamado comunismo soviético. Como en los dibujos animados japoneses: el fondo es lo que se mueve y cambia, mientras los personajes siguen, por decirlo de alguna manera, estáticos. Dovlátov, de padre judío y madre armenia, fue baneado por el régimen comunista mientras vivía en Leningrado con la acusación de parasitismo social y de regentar un prostíbulo. Terminó exiliado en Nueva York, donde murió. Recomendable la peli Dovlátov (2018) de Alexey German Jr. Tráiler aquí: https://www.youtube.com/watch?v=z0rfXj9nfXE
“Estarán de acuerdo conmigo en que el nombre determina en gran medida el carácter y hasta la biografía de una persona. Anatoli casi siempre es un sinvergüenza y camorrista. Boris, un colérico dado a la gordura. Galina, una metomentodo chillona y vulgar. Zoia, una madre soltera. Alekséi, un bonachón con poco carácter. El nombre Gregori me sugiere cierto bienestar material. El de Mijaíl, la sorda premonición de una muerte trágica (Acuérdense de Lermontov, Koltsov, Bulgákov…)”.
“- ¿Te gusta Occidente?
-Después de la cárcel me gusta todo”.
“-Entonces, ¿por qué lo arrestaron?
-Porque sí”.
“Que Zóschenko ensalzó el trabajo esclavo en los campos
Que Olga Forsh propuso cierta vez que el calendario comenzara a partir del día en que había nacido un tal Dzhugashvili (Stalin).
Que Vera Inber exigió la condena a muerte de su primo (Trotski).
Que el siempre curioso Pavlenko acudía a los interrogatorios de Mandelshtam.
Que Yuri Olesha traicionó a su amigo Shostakóvich”.
“Yo, sin el permiso del autor, no corregiría ni las erratas. Ya no hablemos de la puntuación. Cada autor elige los signos según su propio criterio”.
“Un espía alemán-decía yo de Lenin.
Che Guevara, un aventurero y un gángster-lo califiqué yo.
Ahógame-me pidió el tío.
Estoy harto de esta vida. No creo que el comunismo se pueda construir en un solo país”.
“A los seis años, yo sabía que Stalin había matado a mi abuelo. Sabía que los periódicos no decían la verdad cuando acabé la escuela. Que ser comunista era algo vergonzoso”.
“Y, sin embargo, en tiempos de Stalin las cosas iban mejor. En la época de Stalin se publicaban libros, luego se fusilaba a sus autores”.
“A mí, como antes, solo me gustan las mujeres guapas. Más aún, estoy lleno de prejuicios. Yo creo, por ejemplo, que todas las personas gordas son mentirosas”.
“¡El trasero es la cara del hombre!
El dinero es como los microbios, está en todas partes”.
“Una película que demostrara que los campos soviéticos son los más humanos del mundo”.
“El silencio posee un enorme poder. Habría que prohibirlo, como las armas bacteriológicas”.
“Si la literatura es un acto criminal, entonces nuestro lugar está en la cárcel”.
“De modo que la única arma en la lucha contra el orden soviético es el absurdo…”
“Con la gente de talento todo son desgracias en la vida…”
“-Ahora por fin te publican. ¿Qué ha cambiado? (Mi hija me dice).
-Nada-dije-Nada”.