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miércoles, mayo 1, 2024

El son profundo de la amapola

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En su columna de hoy, Paranaländer escribe sobre Gottfried Benn, “el piojo de Mansfeld”, (Mansfeld, hoy Putlitz, Brandeburgo, 2 de mayo de 1886, Berlín-† 7 de julio de 1956) quien es considerado el poeta alemán más importante de la primera mitad del siglo XX.

 

Por: Paranaländer.

 

“El rey de la creación, el cerdo, el hombre”

 

Gottfried Benn, “el piojo de Mansfeld”, poeta de la peste, de Morgue (1912), esa colección de poemas que tienen como centro de gravedad el hospital, donde se materializan el vagido primal y el estertor del agonizante, en suma, es el poeta de nuestro tiempo actual ahogado en las miasmas de una plaga planetaria. Los nazis lo tildaron de cerdo, los comunistas de tontarrón, los demócratas de prostituido mental, los escritores emigrados de renegado, los religiosos de nihilista patológico.

La opinión generalizada lo tenía por un típico kaffehausliterat (literato de café). Grosz homenajea con un dibujo de 1918 la serie de poemas sobre los cafés nocturnos.

“Más vale ridículo que burgués”. “El cerebro es un camino equivocado”.

En su biblioteca particular se podía encontrar “Filosofía del arte” de Hippolyte Taine. Un poeta tiene “ejércitos de palabras e imágenes e ideas de las que puede ser señor”.

“La psique humana surgió como un asesino…servía para luchar contra los cocodrilos de los mares primero y contra los animales con escamas de las cuevas: ¡no para empolvarse la nariz!”.

El hombre es para el poeta alemán: “Un pobre perro cerebral, sobrecargado con Dios”.

 

 

Sus referentes artísticos eran Baudelaire, Mallarmé, Valéry, Apollinaire, Eliot, Poe, Saint-John Perse, Helm, Trakl, Vitezslav Nezval, George, Rilke, Hofmannsthal, Van Hoddis, Marinetti…

“No existe otro objeto para la poesía que el poeta mismo”.

“De 6 a 8 poemas excelsos en su perfección, ni los grandes han podido componer más. Por esta media docena de poemas se lucha hasta reventar”.

Fue vicepresidente de la Academia Prusiana de las Artes durante el Tercer Reich. En 1938, la Reichsschrifttumkammer prohíbe a Benn toda actividad literaria. Y escribe el 20 de abril de 1941 (según Ilse Benn, su última esposa) el poema “Monólogo”, furibundo alegato antinazi:

 

“animales apestosos pisotean los campos de altramuces

porque su propio olor los vuelve locos:

¡nada más que material anal! Grasas

persiguen a la gacela,

al hermoso animal, presuroso como el viento:

Aquí se invierte la medida:

el charco escruta a la fuente, el gusano, a la vara de medir,

el sapo escupe a la violeta en la boca

– ¡Aleluya! – y restriega la panza por la grava:

¡el sendero de sapos: monolito de la historia!

La huella tolomea: rastro de bandidos.

La rata viene a aliviar de la peste.

La alevosía canta alabanzas al asesinato. Los soplones sonsacan

lascivia de los salmos”.

 

Definía a la poesía como aquello que no se puede traducir, es decir, pasar a otro, clonar. “La palabra no es un vocablo, sino que lleva en sí la esencia y la ambigüedad propia de las cosas de la naturaleza, posee una existencia latente que no es posible transmitir a la palabra de la otra lengua…”

Fuente: Antología poética (Cátedra, 2003, Madrid), Gottfried Benn. Traducción, Arturo Parada

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