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domingo, abril 28, 2024

Lincoln Silva exhumado

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El escritor barrereño Lincoln Silva (1945-2016) ha sido exhumado en la forma de unas “Obras completas (Arandurã, 2021), un tomo de 295 páginas, con todos sus trabajos (novelas, poemas, cuentos, informes) previamente editados.

 

Por: Paranaländer.

 

Claro que tropecé miles de veces con Lincoln Silva (con la tapa entre lila y fucsia con león re kitsch como frontispicio poco atractivo de su novelita “Rebelión después”, 1970) en los puestos de libros usados, a 10 mil’i, claro que leí en ABC color (ABC REVISTA, circa 2000) una reseña elogiosa de “General General” (1975) firmada por Sergio Ferreira, y recuerdo una visita (2008 quizá) al conde Bazzano, entonces morando en un depto. sobre 15 de agosto, comentándome entusiasmado, “ che, ¡mi vecino co es Lincoln Silva!”; pero bueno, ahora tenemos sus “Obras completas (Arandurã, 2021) en un solo tomo de 295 páginas, compiladas por el argentino Mariano Damián Montero, para sacar una conclusión de su labor literaria (prometen para este año la edición de un segundo tomo de inéditos).

Se puede resumir el estudio preliminar consignando los siguientes datos: nació en 1945 en Barrero Grande, era sobrino del guerrillero comunista Agapito Valiente, estudio derecho sin terminar en Brasil, empezó escribiendo poemas en la revista católica “Comunidad” (1966), luego poemas y reseñas (sobre Onetti, Macedonio, Miller, Russell, Sartre) en suplemento cultural de ABC color (1967) dirigido en ese tiempo por Roque Vallejos, se había casado con la argentina Susana Neiman con quien tuvo dos hijos,  ya mudado a Bayres trabajó como corrector de editorial Losada, cenaba en el Bachín con Galeano, Soriano y Fontanarrosa, aunque negara los grupismos literarios (tuvo contactos con los escritores en torno a la revista “Criterio” de Asunción), lo cierto es que sin la protección de los escritores llamados de la Nueva Izquierda primero, de la revista “Escarabajo de oro” (gracias a la cual pudo entrevistar al apolítico de Sábato y regalarle su primera novela) luego y  la revista “Marcha” (que le entrevistó) y los de “Crisis”, no hubiera podido publicar sus dos novelitas por la editorial Tiempo contemporáneo (“Rebelión después”, 1970) y por la editorial Crisis (“General General”, 1975) y no hubiera sido enviado a Cuba por Galeano, recomendado para formar parte del jurado del concurso de Casa de las Américas (1976). Su etapa castrista incluye la lectura de un poema con su propia voz y el estereotipado poema a la muerte del Che. Aún en 1999 seguía publicando cuentos y poemas en la Cuba castrista y carteándose en 1997 con uno de los albarderos mayores del régimen, Fernández Retamar. Se exilió -dejando su puesto de corrector en el diario peronista Mayoría”- a Holanda hoy Países Bajos huyendo de los Videla (exilio político que al parecer mutiló su talento), donde fungió de profesor de guarani y denunciador de los regímenes militares sudamericanos. Volvió a Paraguay recién en el 2005, donde publicó un libro de poemas y algunas columnas en Ultima hora (pidió que los restos del racista Emiliano R. no contaminan el templo del Panteón de los Héroes) y murió en 2016 de hemorragia intestinal sin mayores lágrimas y cero homenajes.

Interesante su mala leche contra nuestros próceres literarios Casaccia y Roa Bastos (a Barrett, en cambio, lo mima, exagerando su importancia literaria). “Casaccia públicamente asume su postura apolítica. Pero en el Paraguay la neutralidad no es sino una forma de reacción. La realidad paraguaya es tan candente, tan dramática, que un intelectual que no asuma su condición de tal yo no sé para qué vale”.

A Roa Bastos lo acusa de entrar al Paraguay de Stroessner la veces que se le antoja, por ej., lo hizo en 1966 para dar curso sobre estructuralismo financiado por la ILARI (Instituto Latinoamericano de Relaciones Internacionales), organización que manejaba dinero de la CIA, las fundaciones Ford y Rockefeller. Otros intelectuales conspicuos parawayensis que abrevaron en el ILARI fueron: el jesuita Melià, Gato Chase-Sardi, Hugo Rodríguez Alcalá, Josefina Plá. Por no hablar de la Revista Paraguaya de Sociología. La foto en Clorinda se presta a malentendidos, Roa nunca fue un perseguido político (yo leí “Yo el supremo” en la biblioteca del Colegio Nacional de la Capital en 1981), su exilio siempre fue voluntario, tal cual lo precisó en una entrevista con ABC color en 1970:” No quiero que se me confunda con la posición de exiliado político”.

Como poeta Lincoln Silva es mediocre, se salvan solo un poema de la época de ABC color, “Mucho antes” (“Mi muerte ya era polvo/de estas llamas caídas”) y el largo poema en guarani “Mbói jaguáicha iñakãva”. De sus novelitas, la mejor es la segunda, “General General”, por su búsqueda constante de la complicidad en la risa con el lector. Sus cuentos son breves y añoran la parodia de la historia patria. Sus textos militantes, de denuncia de la sitú de la prensa durante la dictadura o de la tenencia de la tierra, son hoy testimonio de su visión del mundo de esos años de grandes expectativas truncadas.

 

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