Paranaländer arrebató al hosco destino los “Escritos de juventud” (2019), que el genio ruso del cine del siglo XX, Andrei Tarkovski (1932-1986), escribió entre los años 1954 y 1970.
Por: Paranaländer.
El libro, una edición de su hijo Andréi Andréievich Tarkovski, contiene 4 poemas (“La sombra”, 1955, “El sueño”, 1965, “En el polvo de los caminos”, 1964-1970, y “Transfiguración”, 1966), 6 relatos (“Vivo con tu fotografía”, 1962, “La valla”,1960, “Carta sin destinatario”, 1954-1959, “Felicidad”, 1954-1959, “La primera nevada”, 1959, y “Cogito, ergo sum”, 1954-1959), un guion académico (“El concentrado”, 1956) y una breve autobiografía (“Autobiografía con 22 años”, 1954) de uno de los más grandes cineastas de todos los tiempos (7 largometrajes en su haber, entre ellos “El espejo”, 1974, y “El sacrificio”, 1986): el ruso Andréi Tarkovski (Yúrievets,1932- París,1986).
De su autobiografía quiero resaltar que “interpreté a Levko en ‘Noche de Mayo’ de Gogol”. “En 1952, a causa de una conmoción cerebral que sufrí en el transcurso de una sesión de gimnasia, me quedé muy rezagado en los estudios”. “Me apasioné por el cine y la literatura, pero sobre todo por la gente de nuestro país. Por este motivo, abandoné el Instituto de Estudios Orientales y conseguí un empleo en una expedición científica. Además de llevar el trabajo de colección, completé un álbum de bocetos de paisajes siberianos”.
De sus poemas, mis preferidos son “La sombra” (poema suicida que empieza con este mantra órfico-baudeleriano: “Soy joven viejo, soy sabio y necio”) y “El sueño”, que dice:
Soñé con un tilo
despeinado al viento.
Avivado en la mañana
por los crujidos del céfiro,
me senté en la cama,
una visión me sofocaba:
para olvidar a mi amada
solo necesito un sueño
lleno de melancolía,
de malestar marino,
y de negras estrellas fugaces…
Del último relato, “Vivo con tu fotografía (el título está tomado de Pasternak, de un poema incluido en el libro “Mi hermana, la vida”), rescato estos pasajes:
“La calle Arsénievski, bautizada así, no me cabe la menor duda, en honor de mi padre, quien vivía a dos manzanas”. “Mi madre no está, la espero en las angostas habitaciones de esa infancia mía que no volverá”. “Tío Liova, cuya cámara Photocor ha registrado, día a día, toda mi infancia”. “Mi padre tiene un pliegue entre las cejas, inútil como una cicatriz, como si el tiempo se hubiera congelado en su rostro, petrificándose y adquiriendo una calma granítica. Tiene las pestañas rectas, negras pero descoloridas, es más joven que yo ahora, se lo ve triste, desdichado. Yo me parezco a él”. “Aquí está mi madre, joven, bronceada, parecida a mi mujer. Y ésta también es ella. Con su pesado cabello claro, está sentada sobre vallado de madera. Detrás de ella hay un campo labrado. Es primavera. Vestida con un abrigo corto y falda larga de cuadros, fuma un cigarrillo. Está a punto de dar una calada, y su rostro no expresa nada más, por lo que se vuelve real y fantástico, como el tiempo, como un momento pasado pero presente. Por encima de ella, el cielo de la tarde es blanco”.
Salten por favor la introducción, es un alarde plomizo y anodino de sofistiqueerid afranxutado. E ignorancia supina. Tarkovski de francés no tiene ni el acento nasal.
Las fotografías que acompañan el libro son del Archivo del Instituto Internacional Andréi Tarkovski, Archivo VGIK, Lev Gornung y Gueorgui Pinkhassov.
“Escritos de juventud”, Andréi Tarkovski, edición de Andréi Andréievich Tarkovski, Abada editores, 2019, Madrid.