Paranaländer presenta al escritor paraguayo Jorge Kanese (Asunción, 1947), que en agosto formará parte del ciclo de conferencias titulado “¿En qué lenguas canta, cuenta, hoy la poesía parawayensis?”.
Por: Paranaländer
Cover de Kribar Mäus de Kanese
No xe trata de escribir mar. esso kuaskier koxe hasta Marx. No xe trata
de exkriwir con fe. Kase kuasi-kier kaxike. Nu se trotta de la treta de
krivir hindúpe. Esso xí-ki quasquier logo-porouxo. Xi truxa de no-kriwi-wir
(logo non chiste). De krabar para non enchinarr ke (no) krivamos
por ir:::morir xôlo y no romper as kolas: xôlo para meterlas, para xakarlas,
para non peteke-pete-Kê?; para non axe akabar numka. error de las
semiotelekinesias. Claro como tigo, personal como Vox.
Recuperamos hoy un texto que visitaba uno de los últimos artefactos explosivos del laboratorio lingüístico del escritor paraguayo Jorge Kanese (Asunción, 1947), aprovechando que en agosto formará parte del ciclo de conferencias titulado “¿En qué lenguas canta, cuenta, hoy la poesía parawayensis?”, que contará con conspicuos cultores de la poesía, la traducción y el ensayo sobre este tópico, como Montserrat Álvarez, Douglas Diegues, Léonce Lupette, Alejandra Peña Gill y Gregorio Gómez Centurión.
Jorge Kanese, que sólo cambió la ortografía de su apellido durante la edición de Alegrías del purgatorio, 1989, nació en Asunción con una C en 1947, hijo de la inmigrante rusa Natalia Krivoshein de Canese, nacida en Checoslovaquia – autora de una de los más importantes Diccionarios de español guaraní, aunque aprendió el idioma a los cuarenta años. Jorge Canese tampoco aprendió guaraní desde la infancia, sino principalmente en cautiverio bajo el régimen de Stroessner.
Explicar Kanese es cosa de burro. Su escritura es clara, Camarón dixit, como el agua. Es hoy día una marca de fábrica, la trademark más actual, no es necesario esperar mil años para descubrirlo asombrado. Se puede hablar de un estilo Kanese como se habla de un estilo Murena (a quien el encasquetado con el solideo de la mau kriwir ha leído acertadamente: sus metátesis (qilompo por quilombo, siruela por viruela) lo delatan. Después está el uso indiscriminado y criminal de la aféresis (una síncopa centrada en las primeras sílabas, por ej. kriwir por escribir). El arte sutil de la mutilación de sílabas. Sumemos a Arrabal entre sus congeniales coevos espirituales. El xamán Kanese está siempre oficiando la ceremonia de la confusión y desorden generalizados; entropía de la gramática, demolición de la ortografía (esa grafía obligatoria del culo, ¡esa escritura con el culo!). Avá-punk, no se cansa jamás de servir su caldo avá explosivo. Otro prójimo kanesiano, César Vallejo, el indio que nunca entendió el español. Que mostró el lado infantil de una lengua seria y pomposa como el español, escribiendo Vueno como bueno, Marx por más. Es el ñë’é tavy investido, disfrazado, de RAE. El juru-jabón como dómine y gramático. Estupidización de la ESCRITURA, fonetización payasesca. No hay nunca recaída en el narcisismo, ojo. Como buen trickster avá, Kanese se burla del lenguaje común, coloquial, chapurreado por los perro. Akané el que piensa que Kanese se encierra en algún solipsismo wittgensteiniano. Al vesre, todo el rato sacude con sismos agramaticales el habla cotidiana, este es su diana diaria, lo usa como blanco en sus prácticas de tiro a esa pared sociolectal.
En “Altar de los marineros borrachos” nunca se olvida de los amigos, ni los amigos se salvan de sus deslizamientos verbales. Si en “Temwórei” daba un saplé a Douglas Diegues por el détournement aporounholado de su kunú’u (oh bombachita kunu’u), aquí no se olvida del quaxijenio-lito (Pessolani) y de su servidor con su taturo’ó metafísico (“do paso al kostado hun paso atrá tatu-ro’o hë”).
Para terminar lol este esbozo desembozado, esta declaraxion de muerte a todos los yutuber, quiero addendar que con Kanese (y sus deportivos discépolos kurepas entangados, ergo, que gostan de disfrazarse de xilbicolas, de primitivos, de valles, de paraguashos) el mito meliano de la diglosia ha sido puesto en una interminable finnegans wake, velorio sin fin de la dilgosia es la mau kritura de Kanese. Lo que hay en realidad, karai kechuitas kuera atiborrados de ketchupis y aserehes, es una gran corriente ondulatoria akanesiante que sacude todos los dualismos que esgrimen los caretas para facturarnos ab eternum sus librilllos y prestigios hoy ya rancios. Kanese, el kriwiwidor, causa polipostsolipsismos a las tallas maus de los kechuitas de la ñembolenguajarajaguatoundebola.
“El altar de los marineros borrachos”, Jorge Kanexe, Arandurã, Asunción, Paraway, 2015, 149 p.