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sábado, noviembre 23, 2024

Textos cautivos, de Borges

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Textos cautivos (Tusquets, 1986) es una recopilación de artículos, biografías sintéticas y ensayos que Borges publicó en la revista El Hogar entre 1936 y 1939. El valor de estas reseñas está en la sistematicidad de su conjunto, en la forma en que el joven Borges va elaborando su idea general sobre la literatura.

Por: Derian Passaglia

En notas pasadas hablé sobre la relación entre la alta y baja cultura en la forma de concebir la escritura y el mundo en escritores de clase media de una ciudad como Buenos Aires. ¿Cómo conciliar lo alto y lo bajo, de qué manera reunir lo que parece escindido para siempre en un sistema económico, social y político como el que vivimos? La cultura del “consumo irónico”, que pegó toda la vuelta y se volvió directamente consumo cínico, el esnobismo, son las formas de elaborar esta relación para estos escritores.

Borges era fanático de un género considerado menor como el policial. En su lectura de novelas y cuentos policiales de autores totalmente desconocidos para el público de principios de siglo XXI, olvidados y perdidos en el tiempo, no existe ninguna distancia irónica. Textos cautivos (Tusquets, 1986) es una recopilación de artículos, biografías sintéticas y ensayos que Borges publicó en la revista El Hogar entre 1936 y 1939. Es un libro póstumo, y los encargados de editar, seleccionar y ordenar los textos fueron Enrique Sacerio-Garí y Emir Rodríguez Monegal, dos estudios de la obra del escritor más grande de todos los tiempos.

En Textos cautivos hay una gran cantidad de reseñas de relatos policiales. Se leen observaciones, reflexiones y opiniones que después va a desarrollar, apenas unos años después, en sus cuentos clásicos de Ficciones y El Aleph. Por ejemplo, dice que “el cuento es un capítulo virtual, cuando no es un resumen”. Dice, por ejemplo, que el policial es “acaso el más artificial de cuantos la literatura comprende”. Y también dice que “toda novela policial consta de un problema simplísimo, cuya perfecta exposición oral cabe en cinco minutos y que el novelista -perversamente- demora hasta que pasen trescientas páginas”.

Si se subrayan este tipo de frases, se pueden comparar estas ideas teóricas en la práctica efectiva de la escritura: para Borges el cuento es un resumen, un artificio y una perfecta exposición de apariencia oral que cabe en cinco páginas. El valor de estas reseñas está en la sistematicidad de su conjunto, en la forma en que el joven Borges va elaborando, párrafo por párrafo, oración por oración, su idea general sobre la literatura. Textos cautivos muestra el proceso mental de maduración de un genio.

Por otro lado, está la revista El Hogar, una publicación dirigida a amas de casa. Porqué escribía Borges en una revista así es algo que no comprenderían los jóvenes escritores de clase media hoy. Dice Sacerio-Garí en el prólogo: “Sus números se proponían contar la ‘historia de la semana’, reproducir fotos de los acontecimientos importantes de la capital y las provincias de ‘nuestro gran mundo’. En general, eran más frecuentes los reportajes para las amas de casa: sobre cocina, higiene, educación de los niños, economía doméstica y hasta instrucciones sobre cómo ‘la mujer de hoy’ debía conducir un auto”. En la misma página de las reseñas de Borges -abajo, o al costado- aparecen publicidades de licores, medicamentos, casas de ropa, cruceros.

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