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sábado, mayo 18, 2024

Llama errante de la noche, Acevedo

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Paranaländer se declara iniciado en la fandom del caricaturista florideño Miguel Acevedo (1890-1915), primer humorista del lápiz de nuestro país.

 

Por: Paranaländer.

 

Miguel Acevedo nació en Villa Florida el 6 de abril de 1890, de padre uruguayo y madre paraguaya (doña Bienvenida Llanes se cartería con su hijo becado en Paris por el gobierno schaerista: pero no esperen, por ende, cuentos verdes de sus peregrinaciones a burdeles en tales cartas). La familia se muda a la capital en la casa n° 519 de la calle Presidente Carnot (hoy Mariscal Estigarribia). Aprendió a dibujar en el Colegio Nacional de la Capital, donde fue alumno del profesor Héctor da Ponte. Abandonó el bachillerato pensando dedicarse al dibujo. Empezó ilustrando semanarios jocosos, entre ellos Rojo y Azul de Rufino Villalba. Jorge Báez en su libro “La torre del silencio” (1955), añade Caras y caretas y PBT de Buenos Aires (De camino a Paris, se detuvo unos días en la Bayres y esta última revista porteña le dedicó dos páginas de su número del 25 de abril de 1914, con caricaturas de Schaerer (su benefactor), Cecilio Báez, Gondra, Montero, Eusebio Ayala, Eugenio Garay. Traía además un reportaje con el caricaturista paraguayo: -Diga usted, ¿ha estudiado dibujo en Buenos Aires? -No señor, yo soy paraguayo y no he estudiado en ninguna academia. Lo que se lo he aprendido por mí mismo, trabajando sobre modelos, estudiando los dibujos de las revistas). La mañana del 1 de mayo de 1913 los escaparates de la casa Rius y Jorba exhibieron la primera exposición de calle Palma de Acevedo. La prensa de la época la reseñó largamente. El Colorado decía el 2 de mayo: “caricaturista de primera línea”. El Liberal el mismo día: “el público no podía menos que detenerse ante aquel espectáculo verdaderamente bello”. El Nacional del día siguiente: “extraordinaria habilidad”. El Tiempo de la misma fecha: “25 retratos burlescos que han causado admiración general”. El rotundo éxito le llevó a organizar otra exposición en Julio en la Casa Dell’Acqua, Palma entre 14 de mayo y 15 de agosto. El Diario en su edición del 26 de julio dijo: “retrata la idiosincrasia de los elegidos por su lápiz”. Viriato en El Liberal del 17 de marzo de 1914: “talento original en su primera exposición”. Según J. Báez solo se conservan los dibujos de la primera exposición. El 12 de abril de 1913 apareció en Asunción la revista Crónica. A sus fundadores podemos etiquetarlos de poetas de la generación de 1913 (como hace J. Báez) o, mejor, de grupo morfinómano (tal como eran tres de sus 5 fundadores: Leopoldo Centurión, Guillermo Molinas Rolón y Roque Capece Faraone). Salieron 43 números (25 de ellos se pueden descargar de la biblioteca digital de Berlín Ibero-Amerikanisches Institut) hasta el enero de 1915. Natalo en “Capece y sus amigos” (“Letras paraguayas”) hace una brillante interpretación de aquella generación. Llama a Acevedo “caricaturista de talento que brilló y se extinguió como esas llamas errantes de la noche”, quizá pensando en el reciente paso del cometa Halley. En el N° 5 se publicó su autorretrato y las caricaturas de Rubén Darío y de Viriato. El N° 9 trae en la tapa la caricatura del vicepresidente Bobadilla. El 10 traía la famosa caricatura de Anselmita Heym, la reina de belleza de entonces. Siguió ilustrando los números siguientes con caricaturas de Roosevelt, Serafina Dávalos, Eloy, Arsenio López Decoud, Guillermo II, etc., además de escribir artículos como Los canillitas, Arte breve, Leopoldo Centurión. De las cartas parisinas a la madre (fechadas desde 26 de mayo hasta el 29 de noviembre de 1914), se suele citar su cambio de opinión sobre La Monna Lisa. “Yo no comprendía este cuadro, pero ahora que he visto el original de Leonardo, casi quiero admitir ya la supremacía que ejerce en el mundo del arte”. Pasa una quincena en Suiza. ¡Tampoco faltan cartas a la madre desde allí! El atentado del Archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio Austro-Húngaro, en manos del estudiante bosnio Galo Princip, que inició la Primera Guerra Mundial, obligó a nuestro artista a regresar a su país.

Una bronconeumonía fulminante acabó con su vida el 5 de diciembre de 1915. El Liberal comentó: “Acevedo era una gloria nacional”. El Diario: “mezcla de dandy y apache, fue elogiosamente tratado por colosos de la crítica mundial como los de Le Figaro”. Cuando se cumplió el primer aniversario de su muerte, el diario General Caballero dedicó toda la primera plana a su memoria, reproduciendo caricaturas de Darío, López Decoud, Eloy, Viriato, Centurión, y publicando colaboraciones firmadas por Capece, Centurión, Natalicio y Juan D. Miranda. La hermana de Acevedo (J. Báez aún habla que contactó con dos hermanas solteras afincadas en Luque años después), Agripina, conservó durante cinco décadas 57 trabajos del artista. Posteriormente pasaron durante un lustro en poder de Carlos R. Centurión. Y recientemente la viuda de este último, doña María Clara Mazó Fretes, los donó al Museo de Bellas Artes. Sánchez Quell, director del Museo de Bellas Artes, realizó una exposición en 1973, que incluía 50 obras de Acevedo, más 3 ilustraciones sobre tango en París, una fantasía oriental, el Canal de Panamá, una carga de los cosacos y la conflagración mundial. En total 57 trabajos formaban la colección Acevedo más 2 caricaturas de Acevedo ejecutados en París por sus colegas García Cabral y Mario Cádiz.

Fuente: “El caricaturista Miguel Acevedo y su época” (Casa América, Asunción, 1974) de H. Sánchez Quell.

 

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