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sábado, mayo 4, 2024

Interviú con Adalberto Müller

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Paranaländer, en plan interviú internacional, fala con su primo el jaguareté de todas las fronteras lingüísticas y de todos los yoparás y creoles del mundo.

 

Por: Paranaländer.

 

1.Sos traductor de Emily Dickinson y lector de Ponge

Nascí en la frontera de Ponta Porã y Pedro Juan Caballero, hijo de una concepcionera (de Loreto) y de un teuto-brasileiro. Mi abuelo luchó en la Guerra del Chaco, y lo escuché siempre hablando guaraní. Mi abuela me cocinaba mbeju con cocido todas las tardes. Mi castellano es muy jehe’a. ¿O será jopará? El franxute fue la lengua extranjera que estudié más seriamente. En los años de los estudios en la Universidad de Brasilia yo leí aquel poema de João Cabral que habla de Ponge (en Serial). Mi francés era bueno, pero no comprendí nada de nada. Y empecé a traducir Ponge, Le parti pris des choses (mis traducciones fueran publicadas en la edición O Partido das coisas, Iluminuras, 2000; ahorita sale una nueva edición, retraducida, por misma editora del Samuel León). Traduje Ponge por 10 años (incluso El Jabón). Después me dediqué al cine, por otros 10 años. Escribí sobre Welles y Tarkovski (y sobre la grande Paz Encina). Cuando estaba en Yale, nel 2013, tratando de recomponer el rompe-cabezas que es el Don Quixote de Orson Welles, fui a visitar el Emily Dickinson Museum. Ya era lector de Dickinson, como todos somos, pero fui tomado de una súbita ansia de traducirla. Así me quedé, 7 años traduciéndola todos los días, sin pausa, hasta que he terminado la poesía completa, o sea, 1800 poemas. El primer volumen ya está publicado (Editora da UnB/Editora Unicamp). El segundo se publica este año. Cuando empezó la pandemia, aproveché para realizar un sueño antiguo, estudiar el guaraní. En casa no se hablaba guaraní, así que solo sabía unas cuantas palabras. El fascínio por la lengua guaraní me hizo volver a la frontera. Y por supuesto a los porounholes transfronterizos.

2.El 20 de octubre realizas un zoom como parte de tu labor investigativa de los nuevos pidgins y yoparás

Si, hago parte de un proyecto llamado Lyrik in Transition, en la Universidad de Trier (la Tréveris de Prisciliano y Marx), en Alemania, con conexiones en Rusia, Japón, China y EEUU. Yo tenía que hablar de poesía brasilera contemporánea, pero desde que empecé a estudiar el guarani, estoy inmensamente interesado por las cuestiones fronterizas (también porque soy de una frontera seca, y a la frontera la llevo en mi alma-ayvu-lenguaje), y por poetas que trabajan desde las lenguas amerindias. También trabajo desde hace algunos años con cuestiones antropológicas, con la teoría del perspectivismo amerindio (Viveiros de Castro y otros). Ello me llevó a conocer Curt Nimuendaju, Cadogan, Melià, los Clastres, los Grünberg. Y, sobre todo, al Ayvu Rapyta, que es para mí una especie de biblia. También estudio otras lenguas del tronco tupi-guarani, como el Kaiowá de la región de Dourados. Y por supuesto, el Mbya-Guarani. En Brasil, Wilson Bueno (Mar Paraguayo) y Josely Viana Baptista me reconectan con mis orígenes guaraníes. Ahora estoy poseso por el gran Rosicrán, el Kane de la poesía paraguaya. Y claro, el paí Jorge Kanese me enkanta, ¡incluso cuando traducido al alemán! Al leerlo en la traducción alemana de Léonce Lupette se ve que sus palabras paraguas transparaguas de Canese constituyen una lengua muy interesante, una lengua post-autóctona. Puede ser que sea un pidgincréole, de eso voy a tratar. Un pidgin más estable. En fin, creo que los términos jopara y jehe’a son más interesantes que pidgin y creole. Pero afuera no son conocidas. Igualmente me encanta la prosa postapocalíptica y críptica de Pindó Kuñakaraí. Me recuerda al mismo tiempo el Catatau, por la experimentación, y Los detectives salvajes, por la deriva narrativa y cultural. En cuanto a Douglas Diegues, lo leo desde que éramos jóvenes fronterizos alejados de la casa materna, en donde nuestras mamás (que eran muy amigas) tejían sus ñandutíes de hablerías y naderías cotidianas. Hace 2 años me encontré con Douglas en un congreso de poesía en Moscú, y lo llevé a comprar amuletos de los shamanes de Siberia. Ahora el me actualiza de literaturas salvajes.

  1. ¿Goncalves Dias y Martim-Cererê no serían de esta interzona del guarani braso-parawayensis?

La cuestión indígena en la literatura brasileira es compleja (como en toda América Latina). Empieza con Montaigne y la carta de Pero Vaz de Caminha. Gonçalves Dias y Alencar pertenecen ambos al paradigma romántico, a una visión idealizada y nacionalista del indígena. Hay que leerlos como traductores, y como traductores, mucha cosa de sus trabajos es «datada». El modernismo de 22 es otra «onda» indigenista. Es más avanzada en términos de comprensión antropológica de los indígenas (p. ej. la antropofagia), pero regresiva en cuanto al conocimiento de las lenguas indígenas (en Dias y Alencar se siente una proximidad rítmica de la poesía indígena). La gran revolución tupi-guarani en nuestra literatura es la novela Meu tio o Iauaretê, de João Guimarães Rosa. En esa novela, el indígena tiene su «lugar de fala». El narrador es de la etnia tacunapéua. Su lengua y su cosmogonía (del gran jaguareté) «hablan» en la narrativa, no son meras «representaciones» miméticas. Es un indigenismo «dialógico», tejido desde la heteroglossia de Bajtin. Creo que los autores como Canese y Bogado están muy cercanos de G. Rosa. ¡Habría que traducirlo en Paraguay!

4.Del 1 al 9 de octubre llegas al Paraguay con tu bolsa de karaí octubre y tu canción de molinero?

Efectivamente vuelvo a Asunción, pero ya sé que no es la misma Asunción en donde venía de vacaciones en la infancia. Vengo primeramente por la lengua guaraní. Creo que la frontera lingüística paraguaya es muy interesante como objeto de investigación. Las fronteras me interesan. Mi última estancia de investigación fue en la frontera de EEUU y Canadá (en Buffalo, NY). El bilingüismo paraguayo (o multilingüismo) me parece muy interesante para pensar cuestiones contemporáneas. Por ejemplo, la cuestión del perspectivismo amerindio. La proximidad entre el guarani paraguayo y las lenguas tupi-guarani del Brasil y del Cono Sur hace de Paraguay un local muy privilegiado. Incluso para pensar cuestiones sobre el Antropoceno. Hay saberes y prácticas milenares en Paraguay que están vivas. Pero igual hay en Paraguay – y, sobre todo, en Asunción- un cine y una literatura muy potentes, que me parecen estar my up to date con los problemas de este mundo cada día más enfermo. No sé, soy siempre intuitivo, por lo menos en mi lado más «poeta». Y claro que vengo en busca de la chipá que se vendía en la frontera (no ese hecho con margarina y harina transgénica). Y por el mbeju con cocido que hacía mi abuela Ángela.

5.El cine también te interesa, ¿tiene esta industria una vertiente creole para vos?

El cine paraguayo es como todo en Paraguay. Cuando es bueno, es lo mejor que hay: como el Mangoré, o Roa Bastos. Agustín Barrios y Roa Bastos para mí ocupan el mismísimo lugar de Bach y de Borges (es mi BBBB). Así veo a Paz Encina. El cine de Paz es único, es esencial. Nunca me olvido de cuando vi Hamaca Paraguaya. Yo era profesor invitado de la Université Lumière Lyon2. Daba clases de cine (¡incluso talleres prácticos de montaje!) por allá, cuando me fui a ver con una amiga franxute una película paraguaya en un cine de Lyon. Fue un choc. Creo que desde aquel día el paraguayo en mí se despertó. Y, además, fundamentalmente Paz Encina me enseñaba lo que es esencialmente el teko paraguayo: uno puede hacer lo mejor del mundo con muy poca cosa. Lo sencillo es complejo. Después tuve otros chocs. Vi a 7 Cajas en un vuelo de American Airlines entre New York y San Francisco. Y claro, el grandioso documental Cuchillo de Palo, de Renate Costa. ¡Qué triste que nos dejó Renate Costa! Presenté un trabajo en la Caixa Cultural de Río de Janeiro en la muestra Made in Paraguay. Está publicado en alguna parte. Incluso saqué una foto con ¡Lali González!

 

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