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sábado, noviembre 23, 2024

Claudio Eliano jesuita

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Paranaländer encuentra a un pariente de Claudio Eliano (y de Isidoro de Sevilla) en la obra del jesuita español Pedro Lozano, con la misma habilidad de hacer maravilloso lo cotidiano.

 

Por: Paranaländer.

 

O un san Isidoro de Sevilla americano, es a lo que recuerda este jesuita español Pedro Lozano (1697-1752), autor de “Historia de la conquista del Paraguay” (edición póstuma de 1873), obra largamente recomendada por Efraím Cardozo. También escribió una “Historia de las revoluciones del Paraguay” (1892).

Sobre el fruto del palo santo o caaroba dice que es una mariposa que luego se convierte en árbol.

“La producción de este árbol es uno de los raros prodigios de la naturaleza, porque en sus flores se crían cierras mariposas que podemos llamar, con propiedad, su fruto, pues no da otro; crecen hasta cieno tamaño, en el cual, sintiendo con natural instinto que se acerca su fin, por no degenerar tan presto, convierten en vegetal su vida sensitiva, volviéndose en árbol la sustancia de la mariposa, porque al tiempo señalado, se aferran a la tierra introduciendo por ella sus piececillos que con facilidad se convierten en raíces, y por las espaldas, entre las junturas de las alas, empieza a brotar el retoño, como otro cualquiera de su propia semilla. Va creciendo, y de raíz tan débil, va formándose un árbol robusto y muy alto, cosa verdaderamente digna de admiración para alabar al Autor de la naturaleza, que, de una mariposa inútil que lleva el aire, sabe levantar un árbol tan duro, fuerte y provechoso”.

De la yerba mate dice que fue popularizada por los españoles como vomitivo al modo de un zumaque (hermosa y misteriosa palabra de raigambre árabe pero que al parecer derivaría del quechua sumac).

Llama dolencia asquerosa a las enfermedades venéreas. Pasiones a las enfermedades o achaques.

Habla de la piedra bezar que crían los guanacos en un seno del vientre, muy apreciada esta piedra por sus poderes de contra veneno.

De la gran bestia, que se halla en la gobernación del Paraguay y en la del Tucumán: “Es especie que participa de varias; su tamaño de asno, las orejas de mula, el hocico de ternero con una trompa de un palmo que alarga o encoge para tomar el aliento, según dicen algunos”.

Los indios guaraníes llaman camino de Antas a la vía láctea celeste, y así su nombre en su idioma es mborebirapé.

“Es fama constante hallarse en la provincia del Tucumán, hacia San Miguel, y en la del Paraguay, el animal que cría el carbunclo, piedra tan rara como estimada; pero sospecho que esta fama es tan fabulosa como la del Fénix de Arabia, a quien todos hacen existente, y nadie le ha registrado con los ojos; porque aunque oigo que varios dicen han visto de noche el inmenso resplandor con que esclarece las densas tinieblas, corriendo el velo de carne con que oculta la antorcha que despide aquel volcán de luces; oigo decir también que ninguno tiene la dicha de hallarle, porque deslumbrados de tan intensa luz, pierden el tino y se hallan súbitamente en mayor oscuridad al esconderse aquel incendio, con lo que el animal se libra de las asechanzas de quienes pretenden enriquecer a su costa”.

“Escribe que vio varias veces el carbunclo, dice, es un animal pequeño de cuerpo, muy suelto de miembros, y sumamente ligero, que trae un espejo en la frente, cuyo resplandor como si fuera ascua encendida, se registra de noche; pero todo aquel resplandor se enturbia o apaga del todo, al sentirse herido el animal, y es forzoso sacar la piedra al animal vivo sin herirle, para que no pierda con toda la luz su estimación, como lo consiguió, según cuenta el dicho autor, el capitán Ruiz Díaz Melgarejo, fundador de la Villarrica del Espíritu Santo.. Llaman a este animal los guaraníes en su cultísimo idioma augaipitan, que quiere decir espíritu maligno que reluce como fuego”.

“Y aún con modo más admirable, lo refiere el padre Simón de Vasconcelos, como testigo de vista; porque escribe, vio con sus propios ojos unos gusanillos blancos criados en la superficie del agua, que hicieron mosquitos; los mosquitos pasaron a la forma de lagartos, éstos se convirtieron en mariposas, y las mariposas se transformaron finalmente en mainembí o pica-flor”.

 

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