14 C
Asunción
sábado, mayo 18, 2024

Guaviras metafísicas

Más Leído

Paranaländer rememora su infancia de mitã’i churi, cuando moneaba en los mandarinaty de Lambaré, al leer el poema cuasi metafísico “Guaviras” de nuestro emisario en Tréveris (Alemania), Adalberto Müller.

 

Por: Paranaländer

 

Guaviras

 

«Vamos a recoger guaviras», dijo mi madre, y mi padre obediente pronto desaceleró el Opala verde para despejar la densa nube de polvo que perseguía al auto por el largo camino, y como estábamos al borde de una granja de ganado, no había más que la carretera, la alambrada y el inmenso matorral, rodeándonos infinitamente, pero tan pronto como salimos del auto, pasando el alambre de púas, caminamos sin senderos, pisando ramitas, chocando con arbustos retorcidos, con troncos quemados, desviándonos aquí de un nido de termitas, allí de un manojo de ortigas, e intensamente el olor de la tierra taponando nuestras fosas nasales, y las manos del niño pequeño rozando las puntas afiladas del capi’i-colonial, luego comenzaron a aparecer, en pequeños mechones, los matorrales de guavira, esas yvapuru verdes y silvestres, de cáscara dura y sin carozo, que recojo en mis manos, a razón de cinco o seis, mientras llevo otras dos a mi boca, las cuales, presionadas, estallan entre mis dientes, y sueltan el goce aromático y salvaje garganta adentro, la ambrosía del bosque, y mi madre y mis hermanas recogen una buena provisión de viaje en un paño de cocina, mientras João, listo, aquí y allá, rápido como solo él y el pueblo, ya tiene su lata de guaviras del camino, pero el padre, desde el fondo de sus anteojos de montura negra, mira, porque debe estar inquieto con el tiempo, a los lejos, nubes negras se anuncian, y rápidamente recojo en el pliegue de la camisa cuánto pueda atrapar de guaviras, porque ya la bocina del Opala nos llama al camino, las vacas continúan su lenta liturgia, y nada ha cambiado con nuestro paso, salvo el tiempo”

 

Este poema es parte del libro “O traço do calígrafo” (Curitiba, 2020) de nuestro corresponsal Adalberto Müller (Universidade Federal Fluminense, Rio de Janeiro), quien este miércoles 20 a las 1 pm hora paraguaya (6 pm de Alemania) dará una charla online desde Trier (la city donde ajusticiaron a Prisciliano y donde naciera Marx), intitulada Guaraní Pidgin / Creole Poetry at the Borders of Paraguay and Brazil. En ella discurrirá larga y generosamente sobre el Ayvu Rapyta, Rosicrán, Jorge Kanese, Wilson Bueno, Douglas Diegues, entre otros autores que se afanan saltando a la cuerda sobre la línea das fronteras lingüísticas.

Adalberto Müller es profesor de teoría de la literatura en la UFF, escritor y traductor. Nacido en la frontera con Paraguay (madre paraguaya, abuelo combatiente de la Guerra del Chaco), vivió en Brasilia, São Paulo y Curitiba en los años 1990-2000, después deambuló por Europa y USA, hasta fijar residencia en Rio de Janeiro, donde mora hoy. Además de libros de cuento y poesía, se dedicó más recientemente a la traducción de la poesía de Emily Dickinson, y prepara una novela.

 

Guaviras

«Vamos catar guaviras», minha mãe disse, e meu pai obediente, foi logo freando devagar o Opala verde, para desfazer a nuvem densa de poeira perseguindo o carro pela longa estrada, e já que estávamos à beira de uma fazenda de gado, não havia mais que a estrada, a cerca de arame, e o imenso cerrado, rodeando-nos infinitamente, mas logo que descemos do carro, passado o arame farpado, fomos caminhando sem trilha,  pisando em gravetos, topando com arbustos retortos,  de tronco queimado, desviando aqui de un ninho de cupim, ali de un tufo de urtigas, e por demais o cheiro da terra, entupindo as narinas abertas, e as mãos de menino miúdo roçando as pontas cortantes do capim-colonião, então começaram a surgir, em pequenos tufos, os arbustos de guaviras, essas jabuticabas verdes e selvagens, de casca dura, e sem caroço, que recolho  nas mãos, à razão de cinco o seis, enquanto vou levando outras duas à boca, que, premidas, estouram entre os dentes, e liberam o gozo aromático e selvagem garganta adentro, a ambrosia do mato, e minha mãe e minhas irmãs recolhem num pano de prato uma boa provisão de viagem, enquanto  o João, esperto, aqui e ali, ligeiro como só ele e o demo, já tem a sua latinha de levar guaviras da estrada, mas o pai, do fundo dos seus óculos de aros negros, apenas observa, pois já deve estar inquieto com o tempo, ao longe, nuvens negras se anunciam, ele observa, e rápido recolho na dobra da camisa o quanto posso apanhar de guaviras, pois já a buzina do Opala nos cham para a estrada, as vacas continuam sua liturgia lenta, e nada mudou com nossa passagem, a não ser o tempo”

(Texto original portugués, la traducción es del columnista al alimón con Google translate)

 

Más Artículos

Últimos Artículos