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viernes, mayo 17, 2024

¿Sueña la empatía con humanos eléctricos?

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Derian Passaglia escribe sobre «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?», novela del escritor estadounidense Philip Dick publicada en 1968.

La Tierra se vuelve polvorienta y desolada después de una lluvia radioactiva hacia 1990. En la realidad paralela de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? nuestro mundo es invivible para el ser humano, y los hombres y mujeres deben emigrar a Marte. La ONU crea programas para poblar Marte y abandonar este planeta devastado. Ya no hay vegetación, no hay ríos, no hay animales, la vida es escasa, miserable y nostálgica. Los animales ahora son eléctricos: modelos parecidos a los reales que imitan la naturaleza.

No todos se van de la Tierra, quedan individuos que se aferran a las pocas zonas urbanas pobladas y androides orgánicos, robots creados por la humanidad que no tienen la capacidad de sentir, aunque fueran conscientes de su existencia. Los androides saben que no viven más de dos años, conocen sus virtudes y defectos, son más evolucionados e inteligentes que los humanos.

Philip Dick repite la palabra empatía, tan llena de significados distintos hoy en día, para hablar de la diferencia entre androides y humanos. “La empatía era algo inherente a la raza humana, mientras que es posible encontrar cierto grado de inteligencia en todas las especies, incluidos los arácnidos. Se debía sin duda a una razón: la facultad empática probablemente exige un instinto de grupo definido; para un organismo solitario, como una araña, no tendría la menor utilidad, es más, incluso perjudicaría su capacidad de supervivencia”. Hay una idea de comunidad que se desprende de la palabra empatía, pronunciada en plena Guerra Fría (la novela es de 1968) y desde el corazón del imperio, mientras que en su resignificación actual pasó a convertirse en un sinónimo de identificación.

La idea de comunidad, tal como la entiende Dick, es atractiva. No supone intereses comunes ni la identificación, un concepto que solo puede remitir a la realidad imitativa decimonónica, sino una facultad, algo que se repite en todos y que por eso mismo forma un conjunto. Los androides son depredadores solitarios, como las arañas, y los cazarrecompensas se encargan de reconocerlos y cazarlos. Rick Deckard es uno de los mejores cazarrecompensas.

De repente Philip Dick se pone metafísico a la manera borgeana y como pasa en Hamlet, representa lo representado dentro de la obra. “Es una ilusión que yo, que yo personalmente, exista de verdad. No soy más que la representación de un modelo”, dice un Nexus-6, uno de los androides. Si es la copia de un original, ¿existe realmente o está condenado a ser desechable, como un producto en serie? No hay posibilidad de individualidad para los androides, solo pueden parecer humanos, y los animales eléctricos solo pueden parecer animales reales pero nunca soñar, tal vez, como los perros o los pulpos.

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