«El sentido ideológico de lo político está cambiado en Aira, porque lo que importan no son los significados, sino apenas los nombres, el juego de los signos, la inversión radical del sentido común». Por: Derian Passaglia
Unos días después de haber terminado La abeja me enteré, por un reel sugerido en Instagram de la Enana Feudale, que durante la década de los noventa corría un rumor que implicaba a Menem y a una abeja. “Me picó una abeja como a Menem”, dijo la Enana Feudale con un filtro que le inflaba la boca, los pómulos y los ojos. Fui a Google. La anécdota cuenta que, cuando lo vieron a Menem con los labios hinchados de bótox, dijo que lo había picado una abeja.
Se acusa a César Aira de apolítico, de frívolo, de desinteresado por causas sociales. En alguna entrevista, él mismo se encarga de aclarar que no le importa la política porque es un discurso que se basa en la chicana. Una de las chicanas más hermosas de Aira fue cuando le dijo profesor al profesor Ricardo Piglia, un señor que se desvivió por ubicarse estratégicamente en lugares de poder dentro de la escena literaria argentina de su tiempo, como un académico que corre atrás de una beca.
En La prueba, las punks protagonistas de la historia se llaman Mao y Lenin. La política, en Aira, está vaciada de sentido ideológico. Mao y Lenin son jóvenes mujeres en un país recién copado por el neoliberalismo, las grandes corporaciones, las cadenas. Spoiler: Mao y Lenin incendian un supermercado. Más que vaciado, el sentido ideológico de lo político está cambiado en Aira, porque lo que importan no son los significados, sino apenas los nombres, el juego de los signos, la inversión radical del sentido común.
La política debe leerse a través de una representación no realista tradicional, cosa que el lector politizado (el que entiende la política de forma tradicional) no entiende: va a buscar la denuncia, el retrato de época. El lector que exige lo político en Aira tiene que leer La abeja, donde aparece Carlos Tacchi, que fue titular de Ingresos Públicos desde 1991 hasta 1995. ¿Qué hace un político en una novela de Aira?
“Un año atrás -repone contextualmente el narrador de La abeja– el Estado había empezado a imponer mecanismos eficaces de cobro de impuestos. Lorenzo Chan, que como tantos connacionales jamás se había molestado en pagarlos, empezó a perseguirse de un modo horrible, perdió el sueño y las ganas de vivir. Le bastaba ver a Cavallo en la televisión para sentir escalofríos; y a Tacchi, sobre todo a Tacchi”.
La abeja cuenta una historia por demás de argentina, si piensa que se trata no del secuestro de una mujer a manos de un apicultor, sino de un empresario que tiene una pyme y que como cada día le suben más los impuestos no le alcanza la plata para vivir… Lo mismo La prueba: dos chicas que no se adaptan al mundo neoliberal lo hacen estallar desde su interior. Las novelas airanas de la primera mitad de los noventa son las más políticas porque captan el presente en su inmediatez.