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lunes, noviembre 25, 2024

El estafador de Tinder

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Derian Passaglia escribe sobre «El estafador de Tinder», documental de Netflix que generó gran revuelo en las redes sociales.

El estafador de Tinder es un típico documental de Netflix que advierte sobre los peligros del uso de las redes sociales para citas, pero también se puede ver como una película en la que unas chicas le cuentan algo muy turbio a una amiga. La forma se despliega a través del relato de dos mujeres que cuentan una anécdota sorprendente sentadas en una silla, con los codos sobre la mesa, como si estuvieran en un bar. Estas chicas, en un primer momento, son mostradas como víctimas. Al final, una de ellas, estafa al estafador.

Las chicas que caen en la trampa parecen ser de un tipo: están solas en otro país, treintañeras inmigrantes, trabajo estable, buenos sueldos, ilusionadas todavía con encontrar el amor. Se ven fascinadas por la vida que lleva el estafador de Tinder: yates, relojes de oro, buzos de Gucci, viajes privados en avión, guardaespaldas. ¿Quién es este tipo? ¿Cómo se gana la vida? Nadie que posea un yate en este mundo es inocente, pero las chicas caen en la trampa, y se ven envueltas en un mecanismo perverso que al estafador siempre le funciona: les pide plata y ellas le dan, sacan hasta de donde no tienen por ese amor de falso lujo que les prometió pasar toda la vida juntos.

El estafador en realidad es un israelí que vive en los suburbios, y lleva una vida de millonario de cartón, robándole acá y allá a estas pobres mujeres enamoradas del amor a los billetes. La historia solo puede transcurrir en el primer mundo, porque en Latinoamérica, ¿quién tiene yates? Narcotraficantes, operadores de bolsa, políticos, el mediático que hoy descansa en el cielo Ricardo Fort. El verosímil sería crujiente, mucho más difícil de argumentar. Los lujos que se daba el estafador de Tinder eran obscenos. Gastaba veinte mil dólares por noche, hoteles cinco estrellas, fiestas en Mykonos. Su pobreza de espíritu era evidente.

A mitad de la película, o del documental, si se prefiere verlo en su versión moralizante, interviene la prensa noruega. Estos periodistas noruegos, con sus vidas de aburrido socialismo igualitario, empiezan a investigar, con la complicidad de las víctimas, hasta que descubren la trama secreta detrás del estafador de Tinder. Para esa altura, el estilo Netflix cruza al relato con el género del thriller nórdico. Se suceden rutas entre caminos de pinos, cielos nublados, una estética oscura que persigue al estafador de Tinder, entre mensajes de voz y videos, para desenmascararlo.

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