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sábado, mayo 4, 2024

El look memorioso

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Paranaländer aprueba el look decimonónico de capa y pelo largo de Gumersindo Ayala en homenaje a la memoria de su bro Manú, desdeñando el traje rayado en boga de los compadritos.

 

Por: Paranaländer

 

 

“La orquesta Ortiz Guerrero

En la primera semana del mes de enero de 1934 me mudé de La Boca ala casa del maestro Flores y allí compartimos una suerte de fraternidad de música y esperanza con el propio Flores, Aniceto Vera Ibarrola y Severo Rodas, otro excelente músico y solidario amigo.

Para no perder tiempo, el maestro me pagó de su dinero una clase canto en el conservatorio de un amigo suyo, un español exigente en todo sentido en el horario, en las cuotas y en la concentración al trabajo.

Mis progresos musicales iban en acelerado aumento; el sacrificio de Julián Alarcón, dedicando horas de su valioso tiempo para darme las nociones elementales de la música, el esfuerzo de Juan Escobar para disciplinarme como cantor de orquesta, culminaron con el aporte del maestro Flores.

El me hizo sentir la confianza definitiva que necesitaba como cantor, convenciéndome de que el arte exige inevitablemente grandes sacrificios para pensar posteriormente en las satisfacciones.

El núcleo de lo que más tarde sería la orqueta Ortiz Guerrero estaba constituido y consolidado. Su director, el maestro José Asunción Flores; violines Aniceto Vera Ibarrola, Carlos Campanone (italiano) y Ferruccio Marzán (italiano); viola Francisco Molo (italiano), en el bandoneón Severo Rodas; en el contrabajo el maestro Ropi (italiano); clarinete, el maestro Tempesta (italiano); pistón Cristóbal Rodríguez; y yo tenía a mi cargo la guitarra y el canto.

Al poco tiempo se integró como guitarrista el poeta y glosador guaireño Gumersindo Ayala Aquino. Era muy entusiasta y dedicado al trabajo y recorría todo Buenos Aires haciendo amistades con su traje, moño, capa, pañuelo y sombrero, todo de negro y el pelo tan largo que le llegaba al hombro.

Resultaba simpática su pintoresca figura, en contraste con la moda de la época en la que “tauras” y “compadritos” competían con sus trajes a rayas, el saco cruzado tirando a levita, un pañuelo al cuello en vez de corbata, el “gacho” gris a lo Gardel y botines con taquito militar, que hacían un característico ruido al caminar.

Cuando alguien aconsejaba a Gumersindo que cambiase de indumentaria, él respondía invariablemente:

-Yo me visto así, de luto, por la memoria de mi hermano Manuel Ortiz Guerrero.

El maestro Flores no le decía anda y le permitía presentarse en las actuaciones con ese ropaje exclusivo, coincidente con Gumersindo en la devoción por el gran poeta guaireño”.

Fuente. “Ruego y camino”, Agustín Barboza, 2016

 

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