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miércoles, mayo 15, 2024

Lombrices

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Las lombrices no tenían ojos, y eso a mí me hacía pensar en la vida, o me hace pensar ahora en la vida, porque eran tan diferentes a todo, no había nada acá fuera, en la superficie, que se les pareciera. Por: Derian Passaglia.


Con Milton teníamos un terrario en el fondo de la casa de Dragones del Rosario. Como papá es vidriero, cualquier cosa que necesitara vidrio no faltaba nunca en casa: la mesa era de vidrio y las cortinas, en la ducha, fueron reemplazadas por un panel también de vidrio. En el baño había un gran espejo, que de a poco, poco a poco, se fue llenando de humedad y tuvo que pasar tiempo hasta que lo cambiaran. En el Mundial sub 20 que se jugó en Malasia uno de mis jugadores favoritos era Lionel Scaloni. En ese seleccionado jugaron Riquelme, el payasito Aimar, Saviola y el cuchu Cambiasso juntos. Yo me miraba al espejo deformado que había en la pieza de mamá y me preguntaba: ¿cuántos años tendré, cuánto faltará para que juegue mi primer mundial? Hacía la cuenta. En el año 2010 iba a tener 22 años, así que quizá mi primer Mundial como jugador de fútbol profesional fuera ese.  

El terrario era de vidrio. La idea de tener un terrario habrá sido de Milton. ¿O fue mía? Más que hormigas, en ese rectángulo de vidrio pegado con silicona juntábamos lombrices. Me gustaban más las lombrices que las hormigas, ahora creo que es al revés, me gustan más las hormigas. Las lombrices eran más divertidas. Nos pasabamos horas y horas en el fondo de casa, con Milton, excavando con una pala herrumbrada que sacábamos de alguno de los cuartitos, buscando lombrices. Cavábamos pozos profundos, era como una obsesión, como los perros cuando están nerviosos y necesitan descargar energía, y se ponen como locos a sacar tierra con las uñas, y hasta que no quedan cansados y con la lengua afuera no paran.

El fondo quedaba lleno de pozos y de tierra acumulada en montañas chiquitas. Parecía un territorio donde se hubieran plantado y desplantado bombas de una guerra de muertes inocentes. ¡Qué placer descubrir una punta rosada viscosa, deslizándose oscura por la tierra húmeda! ¡Qué hermoso cuando la lombriz no terminaba nunca de salir por el hoyito que había cavado, porque era tan larga, tan enorme e imperial, que la otra punta de su cuerpo se desesperaba por escapar! Mis favoritas eran las rosadas. A las otras, las marrones, más comunes y un poco vulgares, a veces hasta las dejaba irse. Pero las lombrices rosadas, más gordas también, más epilépticas, se retorcían como si pidieran por favor volver a su elemento, a esa tierra donde habían construido sus civilizaciones de túneles y abono y materia en descomposición que lentamente caía hacia el fondo.

¿Esas hojas del paraíso que había en casa, esas mandarinas que maduraban y nadie se dignaba a juntar, eran su alimento? Las lombrices no tenían ojos, y eso a mí me hacía pensar en la vida, o me hace pensar ahora en la vida, porque eran tan diferentes a todo, no había nada acá fuera, en la superficie, que se les pareciera. Quizá podría ser el gusano loco del Parque Independencia, ese gusano se parece a las lombrices, pero ya no existe más, porque era peligroso para los nenes y las familias que pagaban una entrada y se subían a divertirse un rato, no cumplía debidamente con las normas de seguridad.

¿Cómo miraban el mundo las lombrices si no tenían ojos? ¿O sea que solo lo podían sentir? ¿O había algo dentro de esas sensaciones, de esos otros sentidos, que le permitían ver más allá, como una gitana de los patios en las casas de familia de la zona sur de Rosario? Con Milton nos quedábamos mirando las lombrices todo el tiempo, atrás del terrario, pero enseguida nos aburríamos, y nos poníamos a patear la pelota o a andar en bici o exigirle a mamá:

-¡Estoy aburrido! ¿Qué puedo hacer?

Y mamá, ya sin paciencia:

-Mirá los dibujitos.

Entonces prendíamos la tele, enojados y sin ganas porque no queríamos mirar dibujitos, queríamos hacer algo más divertido como buscar lombrices en el fondo, pero de eso también ya nos habíamos aburrido. Los anillos de las lombrices se enroscan en su cuerpo como tapitas, y su piel pareciera tan frágil, tan húmeda, que si quedaran mucho tiempo fuera de la tierra se secarían y reposarían petrificadas ante el sol, momias egipcias sin joyas ni desiertos. ¿Se le habrá ocurrido a Milton la idea del terrario? Después de mirar Dragon Ball Z nos subíamos a la cama grande de mamá y papá, elegíamos los personajes, él era Gohan y yo Goku, y nos dábamos golpes de puño, fuertes, con bronca y hasta con odio, tanto que hasta me daba miedo Milton, porque se re poseía por Gohan, y Gohan siempre fue mejor que Goku, se sabe, porque lo logró superar al padre después de vencer a Cell con un enorme, con un gran Kame Hame Ha y así salvar al planeta. ¡Milton siempre fue el mejor, y para mí, uno de los mejores seres de este universo! Ya lo dijo José Hernández:

Los hermanos sean unidos

porque esa es la ley primera;

tengan unión verdadera

en cualquier tiempo que sea,

porque si entre ellos pelean

los devoran los de afuera.

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