Para Sartre, estos dos tipos de escritores, todos los escritores franceses de 1947 podría decirse, comparten la idea de que la literatura es “la realización imaginaria de lo irrealizable”. Por: Derian Passaglia
Lunes 11/10, 19:18
El usuario @pibecosmo de Twitter, al que conozco hace ya un tiempo de la vida real, escribió ayer un tuit: “Un amigo me manda fotos de Berlín mientras yo, desde un contrafrente sin luz, repaso uno a uno mis errores”. La imagen es precisa y clara. Alguien que disfruta en una parte del mundo, ¿la ciudad europea más cool de las últimas décadas?, mientras que otro, por una acción indirecta, sufre. Este tuit, me dije, es existencialista. ¿Pero qué hace que lo sea? ¿Es que al final hay en el existencialismo algo de la culpa? ¿Y qué relación habrá entre la religión, el cristianismo o el catolicismo, que se relacione con la filosofía existencialista de Sartre? Quizá, en ausencia de la religión, después de la muerte de Dios, una forma de explicar la vida es mediante la ciencia, pero también mediante la filosofía existencial.
Queda por describir la tercera generación de escritores, “la nuestra”, dice Sartre, “la que comenzó a escribir después de la derrota o poco antes de la guerra”.
Domingo, 23/10/2022 18:11
Momento de coyuntura total y confabulaciones políticas para la tercera generación de escritores. Dos categorías de escritores diferentes: “extremistas” y “adheridos”. Se refiere a su ámbito local, es decir, los surrealistas. Para Sartre, estos dos tipos de escritores, todos los escritores franceses de 1947 podría decirse, comparten la idea de que la literatura es “la realización imaginaria de lo irrealizable”. Está buena la definición, es contradictoria y apunta a la imaginación, pero se pierde de vista que la imaginación no solo realiza lo que no se puede irrealizar, también irrealiza lo dado, o irrealiza lo irrealizable. Sartre es fundamentalmente un realista.
Domingo, 30/10/2022 19:35
“Una obra no llega nunca a la belleza si no se escapa de las manos del autor de una u otra manera”.
El clima literario de la época, concluye Sartre, era el platonismo. Sartre está desesperado. Es evidente. También un poco decepcionado, otro poco derrotado. La situación del escritor en 1947 no tiene salida. Ya nadie escribe políticamente comprometido, ni parece haber otra cosa que una comodidad burguesa de pertenecer a las élites. “El apartamiento se ha producido, no entre el autor y su público -lo que se ajustaría, al fin y al cabo, a la gran tradición literaria del siglo XIX-, sino entre el mito literario y la realidad histórica”.