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sábado, mayo 18, 2024

Un beso de dick, de Fernando Molano Vargas

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El fútbol es la excusa, es el juego donde crece el deseo y el amor. Por: Derian Passaglia.

 

No leí a otro que escribiera tan lindo sobre fútbol como Fernando Molano Vargas en Un beso de Dick. Molano Vargas nació en Bogotá, en el 61, y murió muy joven en el 98, a los 37 años. Tenía sida. Sus padres estaban enfermos y no aceptaban su homosexualidad, pero aún así, cuidó de su madre hasta la muerte. Le gustaba salir a caminar, perderse por las calles del barrio y descubrir lugares nuevos: Todo esto según Wikipedia. Escribió solamente dos novelas, Un beso de dick, que ganó el Concurso Literario de la Cámara de Comercio de Medellín, y Vista desde una acera. Aparte tiene un libro de poemas: Todas mis cosas en tus bolsillos.

Felipe está secretamente enamorado de Leonardo, y no se lo quiere decir, pero lo piensa todo el tiempo, y le gusta cómo se mueve y cómo habla y cómo anda. Le gusta todo de Leonardo, y eso es hermoso, porque lo idealiza de una manera tan pura, tan inocente, que el lector un poco se termina enamorando del amor, de ese amor imposible que es prohibido y que no llega, no llega nunca… Ese romanticismo le da lugar a la imaginación, porque Felipe tiene diálogos imaginarios con Leonardo, y lo describe, y lo pinta como si estuviera hablando de un dios griego.

¿Y qué tiene que ver el fútbol, el mejor deporte del mundo, con una historia de homosexuales en la Colombia de los años ochenta? El fútbol es la excusa, es el juego donde crece el deseo y el amor: “Leonardo está bebiendo su trago despacio. Y yo me siento como si estuviera a punto de cobrar un penal, como si ya hubieran pasado todas las jugadas: la lucha por entrar al área, la falta dentro de las dieciocho y todo eso; como si ya tuviera el balón frente a mí: los nervios, claro…” La cancha no es el lugar de la competencia, sino el del deseo, porque ahí Felipe y Leonardo se miran, se hacen bromas y se miran a los ojos.

En algún punto, Molano Vargas cambia el sentido de los sentidos asociados al fútbol, un deporte históricamente asociado a valores tradicionales, y esa es su disrupción, como si fuera una conquista sobre un terreno que no le pertenece, y por eso mismo la libertad se vuelve una forma de la novela, como si fuera el único procedimiento literario que usa: escribir sobre el amor donde el amor y el deseo no deberían estar más que en forma sublimada, oscura y secreta.

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