24.6 C
Asunción
miércoles, noviembre 20, 2024

Salvando mi cerebro

Más Leído

Paranaländer descubre en un párrafo del genial poeta y escritor alemán Heinrich Heine (1799-1856) el secreto mejor guardado de la vida, de la felicidad humana: salvando el cerebro de los detritus que suelta y expulsa el universo, nuestra vida puede ser menos tormentosa.

 

“¿Y el sueño ? ¿ Por qué no nos asustamos más de acostarnos que de ser enterrados? ¿Acaso no es horrible que el cuerpo pueda estar una noche entera como un cadáver, mientras nuestro espíritu lleva una vida agitada, una vida con todos los horrores que suponemos en la separación de la carne y el espíritu ?”

(en “Memorias del señor de Schnabelewopski”, H. Heine, 1956, C. Bravo-Villasante, traducción, Madrid, España, Ínsula).

Esta idea genial y pavorosa de Heine, la extrañeza ante la muerte y la familiaridad con el acto del sueño, del dormir cotidiano, da para amplias elucubraciones.

No es el cansancio del cuerpo, no se trata ni del sueño, es el cerebro el gadget delicado ante la visión constante del mundo.

Parafraseando al obispo Berkeley, estamos hartos de ser, de estar todo el rato percibiendo el mundo. El mundo cansa y, a la larga, mata. El grafiti feminista de calle Chile se equivoca: no mata el patriarcado o el machismo, lo que mata, desde el escándalo humano, es el mismo mundo donde nuestro cerebro fue arrojado.

Mata el espectáculo del mundo a nuestra compu-i, el cerebro.

No puede estar todo el tiempo percibiendo, discriminando, procesando datos, sacando conclusiones para actuar, mover un dedo, piropear al sol, arrancar una rosa…

La velocidad siniestra del mundo marea y cansa al hombre (que es cerebro).

Lo peor, en este basurero universal que es el universo, somos los únicos boludos con cerebro.

El cerebro aumenta el dolor del mundo.

Hace sufrir al hombre.el doble, el triple.

Un hombre descerebardo, lobotomizado, es la felicidad muda.

Recordemos los casos de Mallarmé y Cioran: grandes insomnes.

También se comprende un poco más a la luz de este párrafo de Heine esa obsesión del idealismo alemán de que el yo (el sujeto) domine al mundo al percibirlo.

Yo y mundo separados y el segundo bajo el supuesto dominio del primero.

Un absurdo, el yo se cansa de percibir, de ser diría Berkeley, no puede con el mundo.

Fue una mentira piadosa de la filosofía romántica alemana.

Seguiremos siendo cadáveres todas las noches (y en las siestas paraguayensis), hasta la llegada del mesías meillassouxiano, no para soñar, eso es un alibi, un engaño, una excusa, no, para que el cerebro no explote un dia, no colapse nuestra IBM innata.

El dark dog, el polvo de guaraná, las pastillas para dormir, Bronco, todo es un rodeo para hacernos familiar lo siniestro por excelencia: el  de dormir todos los días o reventar.

Nick Land ha llamado la atención sobre este tópico hace unos años: nadie le dio bola. La razón, es decir, el cerebro es escaso y solo se conoce en el planeta Tierra. Habrá vida alienígena en el pluriverso, pero razón, cerebro, lo dudamos con el pensador inglés.

¿Qué puede el poeta insomne, el aforista insomne ante esta desgracia natural?

Racionar el uso de su precioso objeto, el cerebro, no leer cualquier basura bibliográfica, no ver cualquier basura audiovisual, no soportar, huir, de esas conversaciones basuras, de desayuno, de after, etc..

No, todo al revés se dirigen los consejos de nuestros más conspicuos y millonarios pensadores de autoayuda, no relaja al cerebro hacer zapping, salir a la calle, o ver fútbol, el cerebro no duerme, más bien ¡se quiere suicidar!

Sí, calma a la bestia cerebral beber, beber cada vez que el cuerpo diga ok.

Sí, el planeta es un basurero de datos que nos daña de la mañana  a la noche.

El pijama es una ropa de duelo.

Los pijamas party son refectorios de velorio.

Cuide su tesoro, no lo desperdicie en realidades innobles, huya de los que quieren dañar su mente.

No entre a twitter ni facebook. No lea a Aira o Borges. Beba, oiga a Barrios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más Artículos

Últimos Artículos