Derian Passaglia presenta la primera parte de los libros que leyó en el año 2022.
Como todos los años, acá va una lista caprichosa de los mejores libros leídos en el año. Que sirva, ojalá, como guía literaria para aquellos, para aquellas, que quieren introducirse en el mundo hermoso de la literatura o que están buscando algo para la playa. Sobre todos estos libros se han escrito sus respectivas notas a lo largo del año, llegado el caso que se necesite profundizar bibliográficamente.
15) Menos que cero, de Bret Easton Ellis. La mejor novela existencialista del siglo XX. La razón es sencilla: no se propone existencial, no es su punto de partida o de llegada, sino un determinado modo de vida. ¿Cuál es ese modo de vida? Nuevos ricos en Los Ángeles de mediados de los años ochenta. Se puede leer como un registro documental: así se vivía en alguna parte del mundo, en el centro del mundo, hace casi cuarenta años atrás.
14) Un año sin amor, de Pablo Pérez. Un diario novelado que también tiene un registro documental, porque Pablo Pérez registra su vida a partir de un hecho: es HIV positivo. Esto pasa a principios o mediados de los noventa, cuando todavía no se tenía mucha idea sobre el tema. El mundo por el que se mueve Pablo Pérez y los personajes es el de los márgenes de la ciudad de Buenos Aires: los cines porno, los baños de la estación Constitución, las calles. Ahí se encuentra o se va el amor.
13) Desgracia, de Coetzee. No encaré esta novela con mucha expectativa por eso mismo me sorprendió. Se trata de un profesor, a fines de siglo XX, «cancelado» como se diría hoy, acusado de salir y enamorar a una alumna de facultad. El personaje principal se ve envuelto en una trama kafkiana cínica, porque parece estar más allá de las acusaciones, y se lo toma todo con soda, como si estuviera más allá. Otra novela existencial pero muy buena.
12) Un beso de Dick, de Fernando Molano Vargas. Fútbol y homosexualidad en los años ochenta de Colombia. Molano Vargas escribe muy lindo, con un lenguaje dulce, con un cariño por las palabras y el uso de la lengua que da ganas de quedarse a vivir en este libro y no salir más de sus frases.
11) El hombre que miraba pasar los trenes, de George Simenon. Qué loco que estás, Simenon. Esta novela es una locura: Kees Popinga, uno de los mejores nombres literarios de todos los tiempos, emprende una fuga por Europa después de ser echado del trabajo y en el medio asesina a una prostituta como si nada. Para más rareza, Simenon es un escritor de policiales francés que escribió más de doscientas novelas.
10) Mañana no estás, de Lee Child. Cuando a principios de los años noventa, una cadena de televisión británica echó al guionista Lee Child por una reducción de personal, nació una estrella literaria de la mejor literatura policial contemporánea. Leer un libro de Lee Child es como ver con nostalgia una de esas viejas películas de acción que pasaban por cable, con explosiones, agentes secretos, informaciones filtradas y héroes con esteroides.
9) Carroña última forma, de Leónidas Lamborghini. Un libro de poesía que te hace explotar la cabeza. Las palabras de estos poemas están cortados muchas veces por la mitad, a veces son letras solas en la página, dispuestas de manera tal que parecen llover sobre la página. Vanguardia.
8) Balada alpina, de Vasil Bykov. Una novela soviética de un escritor soviético bielorruso considerado un héroe literario nacional en su país. El personaje principal de esta novela escapa de los alemanes, y todo el relato es la aventura de esa huida. En el medio se encuentra con una italiana y escapan juntos. El final es trágico y perfecto. Hemingway queda chiquito al lado de la narrativa violenta y bélica de Bykov.