Paranaländer hace un ataque masivo a sus archivos y resurge de ellos con dos visiones del futuro bellas no por su contenido en sí sino por atreverse a concebirlas y expresarlas.
El reciente mundial de fútbol que ha caído finalmente en las zarpas de la antipática selección argentina (antipática por la pedantería proverbial del porteño y la larga historia de acoso y conatos de dominio que el país vecino a incubado sobre nuestro país), me ha llevado a buscar visiones de mundos futuros (paródicos o no) no solo como liberación del aire viciado que respiramos en al red en las manos hegemónicas de fanáticos argentos sino, sobre todo, para expresar mis venenos interiores que no tienen mucha compresión entre mis contemporáneos.
Hallé dos visiones del futuro de dos autores que frecuento como autores casi bíblicos: Emil Cioran (1911-1995) y Stanislaw I. Witkiewicz (1885-1939).
La cita de Cioran aparece en la versión castellana del año 2020 de sus “Cuadernos 1957-1972”, Tusquets, 1405 páginas.
“Primera condición de una sociedad perfecta: poder matar a todos aquellos a los que se detesta”.
Me gusta esta anotación, primeramente, por su espíritu anti ethos posmoderno actual, el de la censura y la cancelación que esgrime hoy lo políticamente correcto, ese que domina en Facebook sobre todo. Es esencialmente anti Facebook.
Hoy en día en la red ya nadie puede detestar o contar sus fetiches detestatorios.
La sociedad futura ha sido concebida e imaginada de diversas formas, desde algún enfoque idealista, kitsch, rosa, utópica light. Esta visión de Cioran (autor por cierto de una obra llamada “Utopía e historia”) va a contrapelo de toda esa ñoñería.
No estoy tratando de fundamentar mi tirria contra los nuevos campeones del mundo, ojo, pero leer un línea de este tenor hace que me reconcilie con mis demonios.
La sociedad futura concebida por Witkiewicz aparece en su obra teatral “Ellos” (Dobra Robota, 2016).
“Ellos” presenta un gobierno secreto encabezado por Melchor Abloputo, que procura establecer un paraíso terrenal para toda la humanidad a través de su Partido Automatista. Lo secunda Seraskier Banga Tefuan, fundador de la nueva religión del Absoluto Automatismo. Son enemigos del Arte y el segundo presidente de una asociación para combatir el arte en todas sus manifestaciones. Quieren destruir la fuente misma del mal, y esa fuente es el Arte. El Arte es el único palo en la rueda del carruaje que está llevando a la humanidad a la automatización. Es una injusticia social, pues afirma y confirma, e incluso reafirma el valor de las manifestaciones individuales, o sea, personales, impredecibles y, por lo tanto, perniciosas…La producción artística estará prohibida bajo pena de muerte, la cual será precedida por una ceguera de ácido sulfúrico inyectado en los ojos con pipetas especiales durante dos años.
Eran distopías surgidas de su temor a los regímenes bolcheviques y totalitarios que se iban imponiendo en Europa en los años 20 y 30.
Sos dos sociedades futuras esbozadas una en un simple aforismo y el otro en una obra teatral.
En Cioran depende de la desaparición de una población a la cual detesta.
En Witkiewicz depende de la desaparición del tipo del artista (con quien se identifica, pero cuyo destino ve en el manicomio o en la cárcel), ser individualista por antonomasia.
En Cioran hay un dejo de humor y mayormente el desahogo de su fastidio de ser meteco (rumano) en una gran urbe como París.
En el polaco, una visión anticipada de una sociedad automatizada que prometen los bolcheviques.