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martes, noviembre 26, 2024

Los Fabelman, de Steven Spielberg

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Nunca fue tan compleja como en este siglo la noción de “autor”, y por eso Los Fabelman tiene multiplicidad de interpretaciones, interpretaciones abierta. Por: Derian Passaglia

Es rara una película, ya de por sí, sobre la infancia y adolescencia del director de cine que modeló el espíritu y la sensibilidad de una época y de varias generaciones. Steven Spielberg filmó E.T., Jurassic Park, Indiana Jones, Tiburón, La lista de Schindler, Rescatando al soldado Ryan, La guerra de los mundos… Es quizá el director de Hollywood que convirtió a la industria en verdadero entretenimiento de masas y que contribuyó a que un imperio, el norteamericano, propagara su cultura y su sensibilidad en el mundo entero. ¿Quién no recuerda una escena, una línea de diálogo, una imagen de alguna de estas películas? Quizá solo los menores de veinte años.

Es raro también que sea posible ver Los Fabelman (2022) como una película más, de una familia judía norteamericana de clase media o media alta a mediados de los años cincuenta y principios de los sesenta, sin tener en cuenta que se basa en las vivencias y recuerdos del propio Spielberg. Esta información extra, este dato, está por fuera de la película, es contextual, pero va unida a su significado. Así pasa con los grandes autos, con los grandes maestros del arte, la obra se compone de dos partes, al menos dos, pero podría haber más: el arte que efectivamente producen por un lado, la experiencia que tuvieron en la vida por el otro. Y se podrían agregar otros elementos que se unen a la obra: las creencias, las ideas, los lugares que visitaron y las amistades que tuvieron, etc.

Una obra, una obra de arte en el siglo XXI, es mucho más compleja de lo que fue en siglos anteriores. Sabemos ahora que un autor no solo debe tener un estilo reconocible, una forma de ver el mundo, una obra maestra o dos o tres títulos a los que se pueda unir su nombre; sabemos ahora que un autor es también una parte de la realidad, y esa realidad se mete en nosotros sin que nos demos cuenta, porque vemos la realidad a través de ese autor, como cuando decimos de algo que es “kafkiano”, por ejemplo un trámite en el banco que no podemos resolver. Nunca fue tan compleja como en este siglo la noción de “autor”, y por eso Los Fabelman tiene multiplicidad de interpretaciones, interpretaciones abiertas: habla de la infancia del director pero también de una época determinada, posterior a las guerras, y habla de una sociedad determinada, la norteamericana, con sus reglas y su racismo y su antisemitismo, y habla de una familia y sus códigos, y habla del arte mismo y de la transformación de una persona en artista, y así. Steven Spielberg, le gustaba decir a mi tío José Luis, es el mejor director de cine del mundo.

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