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lunes, abril 29, 2024

Las plumas del Kavure’’i

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Paranaländer, supersticioso innato, se apropincua con el Kavure’i de la UNA, de 27 plumas, para tótem, payé y talismán de un día de lectura nativa, con olor al hierro de la tierra parawayensis.

 

El Glaucidium brasilianum (Gm) es el rey de los pájaros, que es fama que magnetiza con canto y su mirada, y cuya cabeza tiene una cerda usada como kurundú o que se suele mantener sumida en el líquido payesero de una guayaca como en el cuento “Paje” (1915) de Fortunato Toranzos Bardel .

También es una compilación (5ta) de poemas y cuentos de la Academia Literaria Kavure’i (2012), todos alumnos de letras de la Facultad de Filosofía de la UNA, de 92 páginas, editada por Arandurã.

Es prologada por Victorio Suárez, profesor de la universidad, quien recuerda que Kavure’i emprendió el vuelo o su canto el año 2005. Insinúa una estética formalista, o nihilista, sin ataduras éticas, religiosas o metafísicas, con su cita ferlinghettiana: no debe sujetarse a nada la poesía. ¿Ni a la poesía?

Inicia con epígrafe de invocación pétrea de Neruda, que sí, y mucho, se sujetó a la desaparecida URSS.

Kavure’i del 2012 tiene 27 plumas, de visos coloridos, femeninos y masculinos, unas más briosas y enhiestas que otras que, simplemente, ya tienden a marchitarse o apergaminarse prematuramente.

Hugo Areco en el poema “Cunnilingus” nos saca la lengua así:

“Mi lengua te dirá las cosas que quieres escuchar”.

Diego Ayala Valdez en la fábula patafísica con moraleja sanitaria “La historia del zapato roto y la manzana anaranjada”, parte de Bush y termina en el mercado 4 como un típico peregrinaje de la bohemia ka’ucha asuncena de los 90’s.

“-¡Nde sapatúre!-exclamó la manzana al reconocerle y se quedó sin palabras”.

Giselle Caputo no nos dice, a nosotros, lectores paranoicos o disléxicos de oído o imaginación, que “Un poema es un buen sitio” para comer, correr, coger, morir, sino que

para escribir, jeko ra’e.

Raquel Melgarejo Corrales describe en un ritmo poético en “Ni ciencia ni ficción” el fin como agotamiento paulatino del aire. “Por el cielo la luna se acercaba como un gran queso blanco que despertaba un feroz apetito de amor”.

Liliana Viviana Portillo en sus versos:

“sé que no soy/

más que una flor de papel”,

desdobla al poema en  la poeta.

Camila Recalde nos alivia con su abalorio de visiones (en el poema  “Alivio”) que se desgranan en nuestros ojos como una peli vista bajo los párpados soñolientos en la infancia perezosa:

“lavarme el cabello con tu semen una vez al mes”,

“si el sol muere, que la luna no lleve luto”

“que quede algún dicho por decir”.

Giovanna Sánchez, grávida de letras y esplendores, nos propina este último dístico en el poema innominado fechado 18/01/12:

“Me embaracé de tantas muertes

que di a luz mi extinción”.

Riccardo Castellani en el cuento “Tiene su maña” nos encierra con la bestia maniática de su casa, a la cual debe una devoción cercana peligrosamente a la más insufrible esclavitud. Es una maravillosa aunque pesadillesca narración surgida apenas de la nada de un dicho vulgar y anodino, pero que crece como la espuma cuando es alimentada por un espíritu obsesivo-compulsivo de dimensiones fantásticas como es el personaje que la habita. También es la trasposición de las manías de un ermitaño a cotas hiperbólicas.

¿Cuándo será el próximo vuelo o canto de este Kavure’i universitario?

 

 

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