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domingo, noviembre 24, 2024

La gata escritora

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El estilo de Agustín González es como el de un Disney de los noventa y esas películas como La Sirenita, La Bella y la Bestia, Aladín o La Dama y el Vagabundo. Por: Derian Passaglia

Además del narcotráfico, balaceras, pingüinos abandónicos y un río plateado, en la ciudad de Rosario vive el escritor Agustín González, nacido en 1983, del que se consigna misteriosamente en su biografía que “desarrolló el idioma artificial PALABA TACABÚ”. También forma parte de Escuche y Repita, un dúo musical. Y escribió varios libros, o los escribió una gata, entre el que se cuenta este, El libro de cuentos de Corazón (Danke, 2014), del que quiero hablar.

Corazón es una gata y vive con su dueño y otras dos gatas. Corazón es escritora y es tan talentosa que puede escribir en el idioma de los humanos. Las otras gatas no soportan la idea de que Corazón escriba en idioma humano, y así, escondiéndose, se dedica a escribir un libro de cuentos, como en Las mil y una noches pero en versión comegato. Corazón es como Garfield, pero elegante, intelectual, delicada y hermosa.

Los cuentos que escribe Corazón están buenísimos, porque son situaciones completamente cotidianas que de repente empiezan a enrarecerse, como esa, mi favorita, “El almacén de las gorditas o El amor compartido”. Trata sobre tres chicas que trabajan en un almacén y hay un cliente que se enamora de ellas, y tiene sexo con todas, en distintos momentos del día y en el almacén mismo. Lo malo es que Corazón, por vaga o porque se ve interrumpida, no termina los cuentos, y entonces la novela, la novela de la que es también personaje principal, sigue adelante. ¡Yo quería saber el final del cuento!

El estilo de Agustín González es como el de un Disney de los noventa y esas películas como La Sirenita, La Bella y la Bestia, Aladín o La Dama y el Vagabundo. Son personajes pobres, o comunes y corrientes, hasta quizá sin gracia, pero que viven en el mundo maravilloso de la pluma de Corazón. Todo lo ve hermoso Corazón, y su escritura, como la de Agustín González, es sencilla y simple, y no necesita grandes trucos para construir una novela, un libro de cuentos, que se lee, como se dice, de una sentada.

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