Un escritor que hable universalmente, que sea importante pero solo en la medida en que pueda unir las ideas políticas y los seres humanos. Eso quiere Sartre. Por: Derian Passaglia
Jueves 26/06
Hacia el final, Sartre alcanza altas dosis de poesía, quizá su mejor momento: “Así, la política del partido comunista, que consiste en mentir delante de sus propias tropas, en calumniar, en ocultar sus derrotas y sus faltas, compromete el fin perseguido. Por otro lado, es fácil replicar que no es posible en la guerra -y todo partido revolucionario está en guerra- decir toda la verdad a los soldados. Hay, aquí, pues, una cuestión de medida: ninguna fórmula preparada podrá dispensar del examen de cada caso particular. A nosotros corresponde hacer este examen. Abandonado a sí mismo, el político toma siempre el camino más cómodo, es decir, baja por la pendiente. Las masas, engañadas por la propaganda, le siguen. ¿Quién, pues, puede hacer la representación al gobierno, a los partidos y a los ciudadanos respecto al valor de los medios empleados si no es el escritor?”. En un mundo en crisis de todo tipo como el nuestro, me sigo preguntando, ¿Sartre simplemente idealiza o, en un acto completamente desquiciado o vanguardista, sus ideas podrán tener algún tipo de alcance práctico? Un escritor funcional, orgánico, un escritor del pueblo. Un escritor que sea el símbolo de identidades y naciones. Un escritor que hable universalmente, que sea importante pero solo en la medida en que pueda unir las ideas políticas y los seres humanos. Eso quiere Sartre.
Jueves, 6/07
Quizá indirectamente, Sartre está definiendo lo que significa el compromiso para la gente que piensa como él: “Si ustedes no dicen nada, están necesariamente en favor de la continuación de la guerra: se es siempre responsable de lo que no se trata de evitar (…) Hay que optar entre violencia y violencia”. No ser tibio, radicalizarse, tomar una posición: ¿no es lo que pide también esta época? ¿No es algo a lo que nos sentimos obligados ahora que todos y todas tenemos voz? ¿Por qué habría que optar? ¿Solamente porque alguien, de otro lado, en otro lado, nos señala con el dedo? Que ellos jueguen la guerra que quieran. No optar por nada también es una opción.