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sábado, noviembre 23, 2024

2×1 neorrealista

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Pasolini usa actores no profesionales para acentuar el realismo y filma fundamentalmente, como los franceses, en exteriores, a la luz del día en las calles suburbanas de Roma. Por: Derian Passaglia

¿Hay algún realismo más realista, en el siglo XX, que el de los italianos del período de posguerra? ¿Y hay alguna duda de que estamos ante artistas italianos cuando se escenifica una olla hirviendo en la cocina, o una mujer con un delantal, o unos personajes andando en bicicletas hasta el trabajo? El neorrealismo italiano puso figuras reconocibles en esa realidad, mostró la marginalidad como marginalidad, llamó a las cosas por su nombre.

El barrio es una novela del florentino Vasco Pratolini, del que ya se habló alguna vez en estas notas. Esta novela, de 1943, cuenta la historia de una comunidad en un barrio pobre de Florencia. Como hay tantos personajes, puede pasar que el lector se pierda en la maraña de nombres, pero la intención es que se perciba la complejidad de las relaciones, las amistades y las enemistades, los odios y los amores, las distintas formas en que una vida no es solo una vida sino en la densa red social de una época ya perdida. Las imágenes de las calles, los chicos que juegan a abrir las alcantarillas, los pasajes distraídos que pintan sin querer queriendo el barrio, y por lo tanto la ciudad, y por lo tanto quizá Europa y el mundo, son lo mejor de la novela.

Accattone es una película de Pasolini, una de sus primeras, estrenada veinte años después que la novela de Pratolini, en 1963. Pasolini usa actores no profesionales para acentuar el realismo y filma fundamentalmente, como los franceses, en exteriores, a la luz del día en las calles suburbanas de Roma. Otra vez, el protagonista, además de Accattone y sus amigos, es el barrio. ¿Será que el barrio, por ser microscópico, por ser particular, nos hace sentir que estamos en él, dentro de la historia, y que la historia transcurre también por nosotros? Según Bioy Casares, la literatura española es aldeana; la rusa, siguiendo su razonamiento, sería campesina, la alemana una literatura de comarcas, la inglesa tal vez solo marítima. Pero la italiana, como la de América, es barrial.

Como en todo neorrealismo que se precie como tal, Accattone lleva una vida miserable y obliga a ejercer la prostitución a Maddalena, la mujer con la que vive. Calles de tierra, bares de mala muerte, muchachos jugando a las cartas y sifones de soda y botellas de vino: todos elementos que nos resultan familiares, porque somos latinoamericanos, casi como ellos.

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