Paranaländer por fin ha accedido al mayor tratado lógico abogando por el suicidio, el Tractatus Logico-Suicidalis, del escritor suizo Hermann Burger, ‘hermano’ ideológico de Camus y Cioran.
Hermann Burger (1942-1989) fue un escritor suizo de lengua alemana, crítico y profesor, autor de cuatro novelas y varios volúmenes de ensayos, ficción breve y poesía, galardonado con numerosos premios por su obra. Publicó su “Tractatus Logico-Suicidalis», un manifiesto de 1046 aforismos tanatológicos o mortologismos, en enero de 1988 (traducido al inglés en 2022 por Wakefield Press. La edicion español no pudimos consultar), que no es una explicación ni una apología del suicidio, sino una defensa del suicidio como única respuesta racional a una vida condenada a terminar en la nada.
Burger había padecido a lo largo de su vida de crisis profundas de depresión, había sido incluso abandonado por su esposa e hijos ( y a los que comparó con ratas que huían de un barco que se hundía).
Cuando estaba promocionando su última novela “Brenner” (1989), se suicidó con una mezcla de alcohol y barbitúricos.
A continuación les dejamos algunos extractos del libro traducidos al español gracias a la ayuda de google translate:
La suicidología es la ciencia del autoasesinato. La suicidografía es la visión de una vida reducida a una cadena de causas que conducen, en última instancia, al autoexterminio.
La mortología es la doctrina y filosofía del predominio total de la muerte sobre la vida.
En el gran teatro de la naturaleza, la muerte es el tritono, el diabolus en la música, o mejor aún, el deus ex machina.
La muerte nunca es natural, ni siquiera para una persona de 97 años. Tan pronto como aparece, se convierte, para sus candidatos, en un ultraje, una guillotina.
Todo suicida participa, por así decirlo, en la batalla de Stalingrado.
La máxima «No hables mal de los muertos» se remonta a Diógenes Laercio, quien, en su «De vitis, dogmatibus”, etc., traduce el original griego de Chilo de Esparta como: “De mortuis nil nisi bene».
La ecuación mortológica: El absurdo del ser = el absurdo de la nada.
El himno nacional de los mortólogos es «Chorus of the Dead» de Conrad Ferdinand Meyer, con música de Arbogast Niemöller. Si la humanidad poseyera una comprensión letal, estaría entre los 40 primeros.
La muerte es la revolucionarización exhaustiva de la vida.
La muerte es privada, un camino que nadie puede seguir, pero también pública, porque cada muerte es al mismo tiempo el fin del mundo.
El hombre no muere, es biológicamente asesinado y, en este sentido, cada muerte es un asesinato.
¡Hay que fundar escuelas para el suicidio, exitus institutes!
Kant escribe: en Crítica del Juicio:
«La risa es un afecto que surge cuando una expectativa tensa se transforma en nada». Kant, según Thomas Bernhard, pertenece a los filósofos de la risa.