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jueves, mayo 16, 2024

El sur, un cuento de Borges

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Para Borges, Latinoamérica es un gran y enorme barrio donde se experimenta el recuerdo, la nostalgia y una vida más verdadera… Por: Derian Passaglia

En 1939, Borges sufre un accidente que cambia el destino de la literatura universal: se choca la cabeza contra una ventana y casi muere. En el cuento “El sur”, Juan Dahlmann sufre otro accidente, también en 1939: sube con apuro las escaleras y “algo en la oscuridad le rozó la frente ¿un murciélago, un pájaro?”. Las coincidencias no terminan ahí. Juan Dahlmann, como Borges, trabaja en una biblioteca municipal de Buenos Aires.

Hay otras coincidencias que no son tan evidentes. El sur es un concepto en la forma en que Borges concibe el mundo. Mientras que los escritores latinoamericanos del siglo XX pensaron estas tierras casi vírgenes como mágicas, como maravillosas (todo el boom y sus coletazos), Borges piensa latinoamérica a través del tiempo. Lo mágico no es el lugar en sí, sino el tiempo en este lugar. Para Borges, Latinoamérica es un gran y enorme barrio donde se experimenta el recuerdo, la nostalgia y una vida más verdadera.

Entonces Dahlmann queda convaleciente en el hospital. A partir de acá, la realidad se bifurca, se diversifica, se ramifica, como le gusta a Borges. Philip Dick la llamó realidades paralelas. En Borges, la realidad es siempre una bifurcación. Dahlmann se despierta y el médico le recomienda viajar a la pampa húmeda para rehabilitarse. “Era como si a un tiempo fuera dos hombres: el que avanzaba por el día otoñal y por la geografía de la patria, y el otro, encarcelado en un sanatorio”, dice el narrador. ¿Es real o no lo que le pasa a Dahlmann? ¿Está soñando, sigue en el sanatorio? ¿O está viajando en tren al sur? Borges también se desdobla: está el que escribe el cuento y está el otro, Juan Dahlmann, que a su vez se desdobla.

Estamos con Juan Dahlmann en medio de la llanura pampeana, en el sur, en terreno fantástico: todo lo que pasa pasa como en otro tiempo. Dahlmann entra en un almacén. Come sardina y carne asada, que empuja con vino. En el almacén hay un viejo en una mesa y en otra unos muchachones. Esos hombres se divierten con Dahlmann, le tiran bolitas de pan. Después otra. Un compadrito se levanta y le grita, borracho. El viejo en la mesa de más allá le desliza una daga por el suelo. Dahlmann no puede escapar de su destino, como un cowboy del lejano oeste, no le va a quedar otra que salir afuera a pelear. Se lee acá.

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