Si Boca es mítico culturalmente por el pintor Benito Quinquela Martín, Rosario Central lo es por la literatura de Roberto Fontanarrosa. Por: Derian Passaglia
Si se da vuelta el 71 del título, año en que el club de fútbol Rosario Central salió campeón por primera vez en su historia, y el primero en ser campeón de los clubes del interior argentino, queda el número 17. Es un número especial para los hinchas (hinchas entre los que se contaba el humorista gráfico y escritor Fontanarrosa), porque es la cantidad de clásicos que hoy en día le lleva de diferencia a su clásico rival, Newell’s Old Boys, club también de Rosario, aunque no lo parezca por el origen de su nombre inglés.
“¿Hay muertos?” me preguntó un alumno cuando les dije que leeríamos este cuento en clase. No, no estaba equivocado, hay un muerto, pero eso es al final y todavía es mejor no adelantarse. En el último clásico que enfrentó a Central – Newell’s, hace un mes, una mujer fue asesinada al volver de la cancha por criminales que andan sueltos. En Rosario, el fútbol es el motivo cultural que identifica y define a la ciudad, y donde a la pasión se le cambia el signo, o se la transforma: el amor es también muerte, el odio está encarnado en el otro, según la camiseta que lleve puesta. Lionel Messi y Ángel Di María, dos de los tres mejores jugadores en la historia de la Selección Argentina, son rosarinos.
El fútbol vernáculo dio lugar a la emergencia de uno de los escritores argentinos más populares y originales, que identificó lo popular en la literatura, y escribió “19 de diciembre de 1971”, uno de los cuentos más recordados por los hinchas de Central, los fanáticos del fútbol, de la buena prosa y de la imaginación. Se trata de una fecha en particular, de un día histórico, de un momento mítico. Fontanarrosa devuelve a la historia su poder épico, como en las viejas gestas y poemas de 2000 años atrás, en los cantos de Homero, sus semidioses coléricos y príncipes que mueren defendiendo sus ciudades. Si Boca es mítico culturalmente por el pintor Benito Quinquela Martín, Rosario Central lo es por la literatura de Roberto Fontanarrosa.
La fecha es real, el partido que se jugó es real, pero lo que pasa en el cuento es producto de la imaginación: se enfrentan en la semifinal del Torneo Nacional Central y Newell’s, el que gana accede a la final, en la que Central le ganaría a San Lorenzo por 2 a 1. Esta semifinal también es mítica porque Aldo Pedro Poy metió un gol de palomita, reconocido en el mundo entero por ser el gol más festejado de la historia, 52 años después. ¿Hay un muerto? Sí, hay un muerto, pero mejor leerlo para ver cómo es que muere. Se lee acá.