Hay que preguntarse cuáles son los recursos que sostendrán en el futuro las nuevas infraestructuras construidas por el Estado. O cómo se pagará el salario del personal de blanco que fue contratado. El aumento del 65% de la capacidad instalada en UTI debe ser solventado de alguna manera, tal como sucederá también con los nuevos laboratorios.
Por: Héctor Gayoso
La pandemia golpeó la economía mundial. A algunos países los afectó en mayor medida que a otros, pero ningún Estado va salir ileso del golpe que dio el COVID-19 y que solo puede compararse a la “Gran Depresión”.
El Paraguay no escapa a esta lógica. Cuando la pandemia pase, habrá que analizar de dónde saldrán los recursos para pagar la deuda contraída para hacer frente al descalabro social y económico que dejará como saldo.
De hecho, el endeudamiento externo ya venía creciendo a un ritmo sostenido –antes de la explosión del COVID-19-, pero la crisis sanitaria le hizo dar un gran salto: se calcula que la deuda será cercana al 40% del PIB.
Sin entrar a analizar las cuestiones económicas de fondo, lo que habrá que pensar definitivamente a corto y mediano plazo es sobre quiénes recaerá la responsabilidad de pagar el enorme empréstito tomado estos meses.
En el último proyecto enviado por el Ejecutivo, el servicio de la deuda crece en un 31% comparando con el Presupuesto de este año, por lo que, si el Estado no recauda más, deberá recurrir a nuevos endeudamientos para pagar a acreedores, como de hecho ya va suceder.
Entonces, inexorablemente, más temprano o más tarde, los administradores de la cosa pública van a tener que encontrar nuevas fuentes de financiamiento, además de seguramente intentar “achicar” el Estado a través de políticas de austeridad, lo cual, a su vez, conllevará otros dramas.
Así, en primer lugar tenemos el problema de la deuda, que habrá que honrarla y para ello se necesitaría recaudar más. Y en segundo lugar está el mantenimiento de la nueva estructura montada por el Estado en algunas áreas, como por ejemplo la Salud.
Hay que preguntarse cuáles son los recursos que sostendrán en el futuro las nuevas infraestructuras construidas por el Estado. O cómo se pagará el salario del personal de blanco que fue contratado. El aumento del 65% de la capacidad instalada en UTI debe ser solventado de alguna manera, tal como sucederá también con los nuevos laboratorios.
Porque tampoco pareciera ser una opción dejar de financiar y prescindir de lo que es un verdadero logro en materia sanitaria. Sin embargo, con los recursos genuinos que hoy recauda el Estado es difícil que podamos conservar los progresos que obligadamente nos llevó a conseguir la pandemia.
Como se dijera antes, no es una problemática solo paraguaya. El Reino Unido, por ejemplo, ya está planeando aumentar impuestos al combustible y sus autoridades piensan en introducir un gravamen a las ventas en línea, la armonización de los impuestos a las ganancias de capital y el aumento del impuesto de sociedades. Se sabe que no lo van a hacer inmediatamente, por la fragilidad de la economía en este momento, pero ya se encuentran pensando en la forma de financiar los miles de millones de libras en subsidios estatales que brindaron durante esta crisis.
Pensando en el plano local, este lunes la SET sacó un listado de los mayores aportantes de impuestos en el país, que en todos los tributos encabeza la ANDE. Además de ser un dato llamativo, lo que resalta del informe es que, por lejos, el Impuesto al Valor Agregado es el de mayor impacto y, por el contrario, el Impuesto a la Renta Personal y el IRAGRO tuvieron aportaciones casi simbólicas.
Quizá el problema no se presente este año ni el siguiente, pero habrá que ir pensando en reformar el sistema impositivo nacional, ya no solamente por un criterio de justicia, sino además por la imperiosa necesidad de sostener las cuentas públicas del Estado.
