Paranaländer escribe sobre las anotaciones de Juan Francisco de Aguirre, publicadas en Diario y observaciones de Juan Francisco de Aguirre en el Paraguay 1784-1796, de la Editorial Tiempo de Historia.
Por: Paranaländer
“Hay en mi Diario una nota sobre los indios Guayaquíes, de cuya pequeñez y vida de monos hablo con ridiculez; por lo mismo no quiero aumentar la extravagancia de los indios que comúnmente llaman Curupís, habitantes de los montes, hacia los beneficios de la yerba de Costa Arriba: con todo, para que se conserve en mis borradores lo que son los curupís, diré que según Fray Enrique Ruano, compañero de Fray Pedro Bartolomé, comunicado a Fray Justo Fleitas, y éste a mí, son positivos los tales Curupís, de cuya gente vio en poder de los Mbayás que los cautivaron yendo a los montes. Son pigmeos en extremo, y las partes generativas extraordinarias: en la hembra hace la vulva la figura de T, natural carácter romano; y en el varón el miembro es tan disforme que alcanza en su pequeño cuerpo a dar una vuelta a la cintura. Adviértase que el padre Ruano era de los que se mofaban de tales Curupís. Ellos todos religiosos citados son humildes hijos de nuestro padre San Francisco, de buena opinión, y nuestros conocidos, ¡conque qué diremos? Ah, santo Dios, y lo que sea admira uno. Y cuánto buscamos la apariencia o el engaño para salvar lo que se presume ver, y no se ve. Tales simplezas no es digno de colocarlas en una obra pública, por ridículas y antojadizas, por lo cual seguiré a los Guayaquíes con la expresión de que para no abusar con la bondad del público, omito otras noticias más despreciables. ¿Y si saliesen ciertas con el tiempo? No sucederá, pero si así fuere, serán animales. Basta de molestarse en semejantes extravagancias”
En Diario y observaciones de Juan Francisco de Aguirre en el Paraguay 1784-1796, Editorial Tiempo de Historia, Asunción, 2017.
Aguirre pasó 12 años en el Paraguay. Llegó en 1783 enviado como Demarcador de Límites. Era Capitán de Fragata de la Real Armada. Nacido en un palacio en Navarra en 1758, era el cuarto hijo. Aguirre recorrió durante ese período los yerbales de Mbocayaty, el viaje a la cordillera y los pueblos de Costa Abajo.
Ha dejado descripciones de todos estos desplazamientos. También estuvo por el norte, en Curuguaty, provisto de su teodolito de faltriquera. Curuguaty era “un pueblo labrador, yerbatero y soldado, habitante de una villa en la que todo rezuma pobreza; la dieta alimenticia -reducida a una olla de menestra, mazamorra y chipá-, la oscuridad -el sebo, el aceite y la cera eran escasísimos- y la carencia prácticamente total de medios para ofrecer una enseñanza regular a los niños”. Los curuguateños hablaban preferentemente guaraní, si bien los hombres hablaban regularmente el español, las mujeres, aunque lo entendían, no lo utilizaban.
El manuscrito del Diario de Aguirre quedó sin publicar cuando murió, soltero, el 27 de febrero de 1811. Era un diario que la Corona obligaba a escribir a todos los comisarios de la expedición delimitadora. Si bien el diario está fechado en 1793, Aguirre lo siguió escribiendo casi hasta el final de su vida. Contiene como dato resaltante el acta de fundación de Asunción en 1541, que se conoce gracias a la transcripción textual de Aguirre ya que el original se perdió. Nunca se había publicado en su totalidad hasta hoy. Todas las ediciones anteriores desde Groussac eran solo parciales.