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domingo, noviembre 24, 2024

Carmel, el policial autóctono

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Derian Passaglia comenta la serie documental de Netflix «Carmel: ¿quién mató a María Marta?», que trata el sonado caso García Belsunce, una historia que conmocionó a la Argentina en los años 2000 y sigue generando controversias en el presente.

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Vi el documental de Netflix Carmel: ¿quién mató a María Marta? que narra el caso policial quizá más famoso de los últimos veinte años en la Argentina. A María Marta la encontraron muerta el 27 de octubre de 2002 en la bañera de su casa del country Carmel, en Pilar, con cinco tiros en la cabeza, y hasta el día de hoy el caso no está resuelto. No se sabe quién o quiénes son los asesinos. En su momento el caso despertó el fervor de la sociedad, que se veía bombardeada las veinticuatro horas por imágenes de los medios que no paraban de hablar del tema; hoy vuelve en forma de serie enlatada de Netflix para un público renovado. Todos, todas, parecen tener su propia hipótesis sobre lo que realmente pasó y esa es la mayor virtud de la serie, que se apropia del espíritu de un clima de época y le entrega al público una razón para mantener conversaciones en redes sociales y en reuniones. El autor del crimen de María Marta García Belsunce fue Nicolás Pachelo. Pero esta es mi hipótesis personal.

El documental se enmarca en el género del true crime, que Netflix popularizó y explota como nadie. La forma es convencional: familiares, el fiscal de la causa, periodistas, escritores, un filósofo, una amiga de la víctima, blogueras, se sientan en una silla de frente a la cámara para dar su punto de vista sobre lo sucedido como partes involucradas. El gran ausente es Nicolás Pachelo, que no quiso aparecer, porque es obvio que tiene cola de paja. Como una gran máquina ficcional que moldea las sensibilidades a través de su poder económico de representación, Netflix le da al público lo que quiere ver, o lo que el público no sabe que quiere ver pero necesita, como en su momento lo hicieron la televisión y los diarios con las particularidades morbosas del caso. Hay que ver esta serie para no quedar afuera de lo que se habla, y Netflix lo sabe.

Lo mejor del documental es el modo en que los personajes se construyen a sí mismos. Hace unos días una escritora feminista de éxito entre el público de Palermo Sensible preguntaba en Twitter: ¿qué personaje de Carmel sos? Carrascosa, el esposo de María Marta, es el hombre kafkiano atrapado en las vicisitudes de la burocracia legal; Horacio, el hermano de pañuelo al cuello que sobreactúa como actor argentino en una película de drama social; John, el medio hermano de la muerta que se frota las manos, hiperquinético como drogadicto recuperado; Irene, la media hermana que expresa su dolor por la muerta cada vez que puede; Inés Ongay. la amiga hippie que tiene visiones sobre la verdad; Molina Pico, el fiscal de voz lenta, inoperante; Nicolás Pachelo, vecino pendenciero que robaba palos de golf en el country. A mí me gusta Horacio porque no le creo nada cuando habla y abre las piernas como si tuviera la posta. La serie fue guionada por escritores policiales. Hay preguntas claves que los involucrados responden y que exponen como si revelaran de manera inconsciente su psicología para dejar que sea el espectador quien saque sus propias conclusiones. El documental intenta no dirigirlas, y eso está bien, porque solo expone los relatos de cada uno de ellos. Lo que sobra, como siempre, es la presencia de los periodistas y escritores. Sin ellos, la serie hubiera sido todavía más potente en la narración, privilegiando el discurso de los protagonistas.

El episodio final trae un par de curiosidades que cubren al relato de cierto matiz irónico. Unas blogueras empiezan por su cuenta su propia investigación para probar la inocencia de Carrascosa, son “los ángeles de María Marta”, contratan a un médium que recorre la casa con las luces apagadas y les dice que a María Marta la agarraron del cuello antes de matarla. Un abogado, amigo de Carrascosa, compra la casa porque quiere comprobar sus propias hipótesis. Pachelo se reconvierte y pasa de vecino sospechoso a jugador de póker en Punta del Este. Hay huecos narrativos en el argumento de la serie y es porque el propio caso naufraga en la inconsistencia. La hipótesis de una de las blogueras es fascinante porque se aferra a los elementos característicos de una época: un millón de dólares que la familia Belsunce guardaba en su casa y por el que entraron a robar (los bancos, en aquel momento, no daban confianza, y la gente metía los ahorros abajo del colchón). María Marta había llegado antes de lo pensado. No estaba en los planes. La encontraron, reconoció a los asaltantes, la mataron. Fin.

¿Por qué este caso y no otro fue tan popular? Hay quienes dicen que es por el momento en que pasó, plena crisis económica, la sociedad necesitaba un respiro de la incertidumbre política y social que se estaba viviendo, y un crimen en una casa de ricos era todo lo que querían las wachas. Hace algún tiempo conocí por primera vez un country, cerca de Nordelta, visité la casa de una chica con la que noviaba y que me invitó a comer. Tenía pileta y un lago donde nadaban patos. El cielo era azul y el pasto verde cortado al ras. Había mucho silencio entre esas casas que parecían prefabricadas, todas iguales, hasta los árboles alrededor del lago eran iguales a sí mismos. Tenía un muelle, dos perros, un bote. En algún momento de la tarde salimos a pasear. Los patos eran re malditos, uno me corrió unos metros cuando me quise acercar a entablar una relación amistosa. Las calles eran sinuosas y había carteles que indicaban que no se debía superar la velocidad de 20 o 30 kilómetros por hora. No había nadie, ni siquiera en las ventanas. A lo lejos, una abuela paseando con sus nietos. Sentí que todo estaba armado, que parecía la escenografía de un capítulo de Escalofríos. Todo estaba puesto en su lugar para agradar, para que resultara lindo a la vista, como en el barroco. Cuando cayó el sol, en una punta del country, en todo el lago empezaron a formarse como charquitos, como si los peces picotearan y expandieran el agua en ondas desde abajo. Duró muy poco, el cielo después se volvió rosa. El agua volvió a su estado de quietud. Les preguntamos a los padres y no lo habían visto, la hermana tampoco. El fenómeno fue un misterio y hasta el día de hoy no le encuentro explicación.

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