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sábado, noviembre 23, 2024

Fue por su amada onírica y volvió con la kora

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Paranaländer comparte un fragmento de «Los instrumentos musicales en el mundo» (Alianza, 1980), el cual el autor, François-René Tranchefort, consagra al músico maliense Toumani Diabaté, intérprete del instrumento de cuerdas originario de su país, la kora.

Por: Paranaländer

«No puedes hablar al jefe de los griots

antes de los 40 años».

«Yo soy el último eslabón de una cadena ininterrumpida de setenta generaciones de tocadores de kora, anuncia orgullosamente Toumani. Mis dos niños, Sidiki y Djeli Moussa, de 7 y 3 años, ya han comenzando a practicar el instrumento. Desde el siglo XIII, los Diabaté continúan la tradición. Es en el pueblo de Bérécoulou, en la actual Guinea-Bissau, de donde vendría la primera kora. Allí, Tiramakhan, un general de Soundiata Keita, fundador del Imperio Mandingo, habría recibido de un morabito inspirado por un sueño la recomendación de tomar por esposa a una joven que vivía en un acantilado. Acompañado por su griot, Tiramakhan fue al lugar y, desde que vio a la joven, se apresuró a abrazarla. La prometida asustada se escapó y encontró refugio en una cueva frente a la cual el general esperó varios días. Cansado de guerrear, trató de capturar a la joven con la malla de una red de melocotón que arrojó a la cueva. Pero en el lugar de la amada, es una kora lo que él ha traído de vuelta. Luego devolvió el instrumento a su griot que se llamaba Djelimakan Diabaté, mi antepasado. Esta primera kora tenía veintidós cuerdas, pero al morir Djelimakan, se quitó una cuerda en memoria del primer usuario. Desde entonces, su diseño no ha cambiado».

«La kora –cuya área de difusión sigue siendo limitada(principalmente Senegal, Guinea, Mali meridional)- es uno de los instrumentos más hermosos del África negra occidental: es una mezcla de arpa y laúd, que se toca como instrumento solista  o bien para acompañar a los griots (son poetas cronistas populares que con sus cantos y recitaciones satíricos mantienen viva una tradición oral de enorme riqueza); la kora se toca también en dúos, por ejemplo, con el balafón (xilófono), o en orquestas.

El músico lo toca de pie o sentado: en el primer caso, apoya la caja contra el vientre y el mango, hacia a fuera, adopta una posición oblicua; en el segundo caso, la caja se apoya en las rodillas y el mango queda vertical. Las cuerdas se puntean con los dos pulgares en tanto  que los otros dedos de ambas manos sujetan las ‘asas’ y sostienen el instrumento. La técnica requiere una perfecta independencia de las manos, resultando posibles de este modo ciertas formas de polifonía. Muchos  músicos dominan un bello virtuosismo, sobre todo en lo que se refiere a las formas de realizar adornos. La kora produce una sonoridad clara y primorosa, bastante potente aunque ‘enturbiada’ por los choques de los ruidófonos, tal y como es habitual en la música negra africana.»

(De «Los instrumentos musicales del mundo», François-René Tranchefort,  1980)

Toumani Diabaté vive en Bamako, en Tomikorobougou, barrio occidental de la capital maliense. Allí tiene un local donde se imparten los cursos de formación en kora, balafón y otros instrumentos tradicional como kamele n’goni, el laúd de los cazadores, primo plebeyo de la noble kora. Descubierto por la musicóloga inglesa Lucy Duran, firmó “Kaira” (1988), primer disco donde aparece la kora sola, sin canciones ni acompañamientos, “paz” en malinké. Desde entonces ha grabado “Malicool” (2002) con el trombonista Roswell Rudd, y ha tocado con un intérprete de koto japonés, con un maestro de tar iraní, y con músicos indios y pakistaníes,  también con sus primos africanos Baaba Maal y Youssou N’Dour. En Malinké, Diabaté significa «Lo que no se puede rechazar».

Toumani es discapacitado por culpa de una malaria que pescó a los 8 años, nunca se operó no por falta de dinero sino porque la convalecencia le parecía muy larga para su carrera que acaba de despegar. “Djelika” (1995), es un disco  grabado con el maestro balafonista Keletigui Diabaté y el tocador de n’goni Bassekou Kouyaté.

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