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sábado, noviembre 23, 2024

Los pyrague de Bulgakov

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Paranaländer escribe sobre el escritor, dramaturgo y médico Mijaíl Bulgákov, con un recuento de las anotaciones del espía que le asignó la URSS: Semión Guendin.

 

«Fíjate lo bien que me van las cosas, que no deseo nada más que la muerte».

 

La figura gris, el pyrague asignado a la vigilancia de Bulgákov, era un tal Semión Guendin: delegado de la séptima sección del servicio secreto, se le confió la vigilancia de Bulgákov y en esa tarea demostró un celo que, lejos de menguar, crecía sin pausa.

«El 7 de marzo de 1925 asistí a un sábado literario en casa de Ye. F. Nikítina (calle Gazetni, número 3, apart. 7, tel. 2-14-16)».

«Bulgákov ha leído su última novela. Argumento: un profesor extrae el cerebro y los órganos genitales a un cadáver y los trasplanta a un perro, produciéndose, en consecuencia, la «humanización» del animal».

Más que un pyrague, ¡ese hombre era un verdadero artista!

«Cuando se citaba el nombre de Bulgákov en el «diccionario de palabras muertas», entre palabras como «burocracia», «bohemia» y «bogoiskatelstvo» (búsqueda de Dios), el público lo abucheaba».

«Produce asombro la paciencia del poder soviético que, hasta hoy, no ha impedido la difusión del libro de Bulgákov Los huevos fatales (publicado en la editorial Nedra). Este libro representa una calumnia insolente e indignante contra el poder rojo. Describe con vivacidad cómo, bajo la acción de un rayo rojo, nacen unos reptiles feroces que se disponen a atacar Moscú. Hay una alusión desagradable al camarada Lenin, cuando un sapo muerto se mueve con expresión malévola sobre su cara, incluso cuando el padre de la Revolución ha fallecido».

Aleksei Balabanov filmó en 2008 “Morfina”, que se puede ver aquí con subtítulos en inglés:

https://youtu.be/EeeGMdRdH5I

 

 

El filme fue titulado propiamente Morfina, donde el médico protagonista, el Dr. Bomgard —el propio Bulgákov— sirve tan solo de presentador para el diario del morfinómano y suicida Dr. Poliakov —también Bulgakov, quien realmente sufrió de adicción a la morfina hasta 1919—, el filme opta, con perfecta lógica cinematográfica, por fundir en uno solo ambos personajes.

El joven Dr. Poliakov no solo mantiene, como en el libro de Bulgakov, un romance con una de sus enfermeras, sino también con una atractiva paciente ninfómana, perteneciente a la aristocracia de la región, y desarrolla una inevitable antipatía y desconfianza, que deviene en enfrentamiento final, con otro médico vecino, el judío Lev Gorenburg, socialista dispuesto a aprovechar de inmediato el triunfo de la Revolución. La banda sonora son las canciones de cabaret de Aleksandr Vertinskii, el popular cantante, poeta, actor y compositor ruso, nacido en Kiev —como el propio Bulgakov—, y conocido como el «Pierrot Negro» durante su época de mayor éxito.

Mijaíl Bulgakov perfilado por la policía secreta soviética: Año de nacimiento: 1891. Origen: hijo del consejero civil, el profesor Bulgákov. Profesión: novelista y dramaturgo. Propiedades: ninguna. Formación: escuela secundaria en Kiev en 1909, estudios universitarios en la Facultad de Medicina en 1916. Afiliación y convicciones políticas: no vinculado a ningún partido. Desde 1914 hasta la Revolución de febrero de 1917: en Kiev, estudiante en la Facultad de Medicina. Me licencié en 1916. Desde la Revolución de Febrero de 1917 hasta la Revolución de Octubre de 1917: en Viazma, era médico en un hospital. No participé en la Revolución de Octubre de 1917. Desde la Revolución de Octubre de 1917 hasta la actualidad: en Kiev hasta finales de agosto de 1919. Mi primera obra importante apareció en el almanaque de Nedra [Entrañas] con el título Diavoliada. He publicado asiduamente folletines en el periódico Gudok [La sirena] y relatos en diversas revistas. Después escribí la novela La guardia blanca, a continuación Los huevos fatales, publicados en Nedra y una selección de relatos. En 1925 escribí la novela Corazón de perro, que permanece inédita. Con anterioridad, escribí la novela Apuntes sobre los puños…Murió en 1940.

Fuentes consultadas: “La palabra arrestada” (2018), Vitali Shentalisnky y “Aleksei Balabanov” (2009), Jesús Palacios.

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