Derian Passaglia presenta la obra del cineasta Apichatpong Weerasethakul, un exponente de la llamada «nueva ola» del cine de Tailandia, que comienza a fines de la década de 1990. Las películas de Weerasethakul, influenciadas por el pop estadounidense, combinan antiguas historias y leyendas tailandesas, temas obsesivos que vuelven una y otra vez en su producción.
Hay un cuento de Juan Diego Incardona que narra la historia del Hombre Gato, leyenda urbana que circulaba en la localidad de Villa Celina en los años noventa. En Youtube subieron un video de Crónica TV que tiene otra potencia. La conductora anticipa: “Continúa la cacería del Hombre Gato”. La placa en rojo, con la cortina musical característica de fondo, muestra la noticia funesta: “Gigantesco Hombre Gato aterroriza a los vecinos. El Hombre Gato está oculto en la copa de un árbol. El Hombre Gato está rodeado por la policía. Ampliaremos”. La conductora asegura repetir imágenes sin procesar, tal y como lo había prometido en la primicia. Es de noche y la luz de la cámara ilumina las caras de chicos y chicas que gritan excitados y saltan mientras el movilero busca una voz adulta para entrevistar.
-…Algunos lo han visto y también sienten algo de temor. Señor, ¿usted pudo ver al Hombre Gato? -pregunta el movilero a un hombre con un chico en brazos, que mira el micrófono como si fuera un juguete del Hombre Gato traído de una galaxia lejana.
El hombre, de mediana edad, tiene bigote y dos collares y el pelo cortado al ras.
-Mirá, verlo no lo pude ver, pero que vi unos ojos enormes sí, o sea estaban ahí en la planta.
-¿Está en un árbol? -repregunta el movilero.
-Está arriba del árbol. Vino la policía, no hizo nada. Después vino un pai, dijo que no podía hacer nada porque había mucha gente, entonces se tuvo que ir. No sé, la verdad, yo lo que temo es por los chicos. Porque date cuenta que acá hay mucha criatura.
El video dura ocho minutos, es lisérgico por el poder en que la realidad se mezcla con la ficción y tranquilamente podría ser un corto vernáculo del cineasta tailandés de nombre impronunciable y que solo se puede escribir copiando y pegando de Google, Apichatpong Weerasethakul, uno de los mejores directores de la actualidad. Weerasethakul filmó su primera película, todavía casera y de bajo presupuesto, en el año 2000. Mysterious Object at Noon es un documental experimental en el que la cámara persigue a los habitantes de una comunidad rural de Tailandia que cuentan, de forma coral e improvisada, la historia sobrenatural de un niño con poderes y su maestra.
Su siguiente película, Blissfully Yours (2002), profundiza la temática de personajes de pueblos profundos de Tailandia en medio de la jungla. Tropical Malady (2004) ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes. Se trata de una historia homosexual en Tailandia que cambia radicalmente el registro hacia la mitad de la película. De repente, uno de los personajes persigue a un tigre mitológico en la jungla. Síndromes y un siglo (2006) mezcla la tradición y el progreso como ninguna de sus películas lo había hecho hasta ese momento. En un hospital, las historias orales de pacientes se mezclan con el discurso científico de los médicos y muestra los pasillos y las máquinas con una belleza extraña y una fuerza abrasadora de la que es imposible permanecer indiferente.
Weerasethakul dijo en alguna entrevista que se inspiró en la forma de las películas de Andy Warhol: “es una combinación de Einstein y Buda que transformó mi manera de entender el tiempo”. Es licenciado en arquitectura por una universidad de Tailandia y realizó un máster en Bellas Artes en la ciudad de Chicago. Es también artista plástico. En sus películas, la influencia del pop estadounidense es casi imperceptible y se combina con las antiguas historias y leyendas tailandesas, temas obsesivos que vuelven una y otra vez en cada película.
Del cine de terror de los ochenta sobrevive el clima y la idea de un monstruo, sobre todo en El hombre que podía recordar sus vidas pasadas, película con la que ganó la Palma de Oro de Cannes en 2010. El hijo del protagonista es mitad hombre y mitad humano, apenas se ven sus ojos en la oscuridad de la jungla. Está inmóvil y regresa a casa de sus padres después de una larga ausencia. La esposa del protagonista también regresa y se sienta a la mesa y conversa con su esposo. Es un fantasma en carne y hueso que aparece como si el tiempo no hubiera pasado. Su última obra, Cementerios de esplendor (2015), trata de una ama de casa que cuida un soldado herido con alucinaciones.
El sueño y la vigila son indistinguibles en las películas de Weerasethakul, partes de un mismo universo que entiende el tiempo no como una cronología donde un hecho sucede a otro, sino como una totalidad donde conviven pasado, presente y futuro. Las tradiciones de los pueblos aparecen con una naturalidad que muestra la fuerza del pasado que sobrevive en el presente, creando una cosmovisión personal que escapa a cualquier intento de realismo, y que al mismo tiempo es la realidad del mundo y sus personajes.