Paranaländer reseña la biografía del artista multifacético argentino Federico Manuel Peralta Ramos (1939-1992), “Del infinito al bife” (Caja negra, 2019), escrita por Esteban Feune de Colombi. A partir de más de 150 entrevistas con personas que lo conocieron, el libro funciona también como una psico-geografía de la vida porteña en el viraje de los 60-70’s.
Por: Paranaländer
“Arte es tener guita en el bolsillo”
Sí, Monsieur Baudrillard, muchas veces, el arte parece un crimen casi perfecto, no dice nada, bordea el chantismo, la farsa, lo payasesco, y uno de sus mejores ejemplos es el caso de Federico Manuel Peralta Ramos (1939-1992), que osciló de artista de vanguardia di telliano (su huevo gigante titulado “Nosotros afuera”, 1965) hasta showman televisivo (Tato Bores) durante los 70’s. Por en medio fue flâneur de cafeterías porteñas (Florida Garden en Florida y Paraguay). Cobró toda su vida sueldo de hijo (100 dólares mensuales), los coleccionistas freaky pagan por sus poemas sobre servilletas precios astronómicos, el MOMA ya lo ha cazado hoy. Ganó la beca Guggenheim (1968) y lo quemó en una sola farra-potlatch en el Hotel Alvear con sus amigos (Clorindo Testa) y colegas. Se expuso a sí mismo, lo mismo intentó con un toro charolais levantado en una subasta en la Rural, que pintado de verde terminó en otro banquete o dando vueltas por el obelisco (la leyenda urbana es su biografía realmente).
Loco lindo medicado ya en los 60 con Haloperidol (dos pastillas por día). Ayudaba a cruzar la calle al ciego llamado Borges. Se apartó de la insoportable Minujín cuando vio que iba a Yankilandia a robar ideas que vendía en la provinciana Argentina y, sobre todo, cuando se hartó de ser robado por ese vampiro huesudo. Gordo asexual (jamás te tiraba un lance, no lo recuerdo como un hombre sensual o con novias”) que nos dejó unas fotos posando desnudo (¿murió virgen como Nerval, Hölderlin, Borges?: «Cuando tenía guita curtías prostis y su socio en eso era Pier Cantamessa»). Algunos recuerdan que hizo la del Barón Biza por una tal Sarita, le derramó borracho ácido o agua caliente en la cara. “La salida del gordo” (1986, Centro Cultural Recoleta) es una de mis preferidas entre sus obras. Su esquizofrenia fue tratada con psicodrama por el Dr., Jaime Rojas-Bermúdez. Su lema fue. “Pinté sin saber pintar, escribí sin saber escribir, canté sin saber cantar; la torpeza repetida se transforma en mi estilo”.
Grabó un disco dadaísta «Soy un pedazo de atmósfera», con arreglos de Francis Smith. Disco editado por Columbia en 1970. Se lanzaron 1333 copias que se vendieron en disquerías y en farmacias. La otra cara del disco contenía el tema «Tengo un algo adentro que se llama coso», disponible aquí:
Yo lo conocí gracias a Enrique Lerena De La Serna: Escritor, zoófilo y excéntrico personaje del Buenos Aires profundo. Pariente de Ernesto Guevara.
Todo esto y más se puede conocer leyendo “Del infinito al bife” (Caja negra, 2019) de Esteban Feune de Colombi. Título feo y grotesco que se presenta como una “biografía coral” al basarse en entrevistas con más de 150 personajes que lo conocieron o se cruzaron con él alguna vez en la vida. Entre ellos están algunos parientes, hermanos y sobrinos, y gente de la farándula como Noé, Minujín, escritores como Germán García (que no lo consideraba precisamente como dadaísta de la pampa salvaje), Rabanal, empresarios como Aisenstein (dueño del Café Einstein), galeristas, músicos (Javier Martínez de Manal lo idolatraba un poeta), cineastas como Mariano Llinás, Agresti (en cuya primera peli “El hombre que ganó la razón” hace una escena cantando “la hora de los magos”), coleccionistas, fotógrafos, actrices, etc.
El libro funciona como una psico-geografía de la vida porteña en el viraje de los 60-70’s.